El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, afirma que hay que ofrecerle a la sociedad "restricciones más estrictas" con el objetivo de reducir la siniestralidad en las carreteras, especialmente después de que en 2016 se rompiera la tendencia a la baja y tras un mes muy negativo en las carreteras españolas y europeas, con accidentes muy representativos que han afectado también a colectivos vulnerables como son los ciclistas y los peatones.

Desde el RACE compartimos plenamente la intención del ministro de poner encima de la mesa cuantas medidas pensemos que sean positivas cualquiera de los principales actores relacionados con el tráfico y la seguridad vial, con el fin de "hablar, debatir y concretar" en pos de volver a la senda de los últimos 13 años en busca de ese idílico objetivo de alcanzar los cero muertos en las carreteras. Dentro de este camino, dos prioridades nos abordan, la tolerancia cero con el alcohol y las drogas al volante, y apartar de la circulación -nunca mejor dicho- a aquellos conductores que puedan suponer un peligro para el resto de los usuarios de la vía. En el Real Automóvil Club pensamos que uno de los primeros pasos a tomar es el de devolver a las portadas y a la opinión pública todos los aspectos relacionados con la reducción de la siniestralidad vial y que este tema vuelva a ocupar el centro del debate político.

Propuestas como las ofrecidas por el ministro relacionadas con el endurecimiento de las normas y políticas más estrictas son siempre bienvenidas, si bien deben estar sometidas al escrutinio de asociaciones y usuarios con el fin de que deriven en una normativa que cumpla con el objetivo deseado.

Las empresas son parte del problema y deben ser parte de la solución.

Sin embargo, no es la única prioridad para el RACE. Y es que en 2016 fallecieron 204 personas en accidentes de tráfico laborales, un 18% más que el año precedente. El 58% de estos accidentes se produjeron "in itinere"; esto es, en el camino al trabajo o de vuelta a casa. El 42% restante ocurrieron en misión, a lo largo de la jornada laboral. De los 555.000 accidentes laborales que derivaron en una baja registrados en 2016 en España, 63.400 se produjeron por un accidente de tráfico, lo que supone un aumento del 8 por ciento respecto al año anterior.

En este escenario se nos antoja vital la implicación de las empresas en la reducción de los accidentes entre sus empleados. Los objetivos para ellas son claros: analizar la movilidad real de los trabajadores, los desplazamientos, el tiempo que invierten en sus trayectos, las rutas que utilizan y los principales problemas con los que se encuentran. También es muy importante en este sentido la segmentación, que las empresas sepan los riesgos vitales a los que se expone cada trabajador en función de cuál sea su desempeño, estableciendo medidas correctoras encaminadas a la prevención de accidentes "in itinere" y en misión, siempre de la mano de una política de formación continua bajo la supervisión y el impulso de los máximos responsables.

En el ideario del RACE está siempre presente que todos los usuarios de la vía tengan derechos y obligaciones, de las que tampoco quedan exentos los trabajadores, que deben estar comprometidos con su seguridad y la de los demás evitando conductas de riesgo tales como conducir con cansancio, fatiga, distracciones, tiempos demasiado prolongados al volante y sin planificación previa de su ruta, así como garantizar el buen estado del vehículo y someterlo a las revisiones necesarias.

El "actor" restante vuelven a ser, cómo no, las instituciones, quienes deberían incentivar planes de movilidad y formación vial, además de fomentar su implantación a través de ayudas fiscales y financiación de los cursos.

Todos los que somos usuarios de la vía somos parte del problema y de la solución, por lo que debemos ir de la mano en la toma de medidas conjuntas, planes estratégicos y formación vial con el fin de devolver a la sociedad a la buena senda de años precedentes. Incluir a conductores, ciclistas, instituciones y organismos públicos debe ir acompañado de no olvidar a uno de los motores de la sociedad y de la movilidad: las empresas. Y es que la seguridad vial es hoy más que nunca una "empresa" de todos.