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Monopolios a conveniencia

Los gigantes tecnológicos son acusados de lastrar la economía mundial por parte del nuevo poder asentado en Washington

David Goldman es uno de los gurús neoconservadores con más predicamento en la actualidad en determinados círculos de Estados Unidos en la órbita del nuevo poder. Y en la línea apuntada durante la campaña -aunque después matizada una vez sentado en el Despacho Oval- por Donald Trump contra los gigantes tecnológicos, ha hecho fortuna en los últimos tiempos con una teoría que acusa precisamente a estas compañías de ser una rémora para el desarrollo económico.

A su juicio, Google, Facebook, Amazon, Apple y Microsoft se han convertido en los nuevos monopolios del siglo XXI que han sustituido a históricos como IBM o ITT. Y desde esa posición de dominio en los sectores de la nueva economía como la publicidad en la red, las ventas on-line, el software o la telefonía móvil supondrían un obstáculo a la libre competencia por parte de otras compañías menores; es decir, que lejos de estimular la economía, imponen su ley restrictiva para mantener sus privilegios.

No deja de resultar paradójico que justo los máximos representantes de la libertad de mercado y de empresa -encarnados sin duda por el actual presidente de EE UU- pongan la proa hacia empresas que por su propio dinamismo, creatividad y capacidad de anticipación han conseguido esa posición de liderazgo. Parecen quedar atrás aquellos tiempos del viejo aforismo de que "lo que es bueno para General Motors es bueno para Estados Unidos", pronunciado por Charles E. Wilson, uno de los mayores accionistas del fabricante automovilístico y designado secretario de Defensa por el presidente Dwight Eisenhower en 1955.

Aunque quizás el problema radica en que esos nuevos monopolios, aun representando la culminación del modelo americano, no responden exactamente a los intereses del establisment estadounidense más rancio y amenazan un modelo económico y social vigente en las últimas décadas para el beneficio de unas determinadas élites que han gobernado el país.

Pero que a nadie le quepa la menor duda de que los intereses de ambos terminarán confluyendo en la medida en que los nuevos actores serán, son ya, imprescindibles para el poder en la nueva era. Tal como se demostró en la pasada campaña electoral estadounidense con la intoxicación y manipulación por parte de la campaña de Trump aprovechándose, precisamente, de algunas de esas empresas criticadas ahora por Goldman.

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