El PSOE, tras la contundente victoria de Pedro Sánchez en las elecciones primarias de ayer, es un partido descabezado en la mayoría de las comunidades autónomas. Y así permanecerá hasta que el flamante secretario general (que vuelve al cargo tras los ocho meses del paréntesis de la comisión gestora) consiga llevar a cabo la renovación a la que está obligada la organización; obligada porque la inmensa mayoría de los máximos responsables regionales del partido y de los cargos institucionales en las autonomías respaldaron sin reservas a la candidata Susana Díaz, que no solo perdió los comicios, sino que cayó de forma mucho más clara de lo que se pensaba.

La política andaluza no supo trasladar su mensaje a la militancia socialista. Ni ella ni los líderes autonómicos del partido y de los gobiernos de Extremadura, Aragón, Castilla-La Mancha, Asturias o Valencia. Sánchez sí supo, sin embargo, tocar, y muy bien, la fibra sensible, sentimental, de los afiliados. Es evidente que en las elecciones de ayer lo que primó fue fundamentalmente el corazón, es decir, el eslogan tan sencillo como productivo del "no es no". Da igual lo que hubiera podido pasar en unos hipotéticos terceros comicios generales a finales del pasado año, con una no descartable victoria por mayoría absoluta (o casi) de Mariano Rajoy. Todo eso se esfumó, se olvidó por las bases del PSOE (como ha quedado demostrado ahora) cuando el comité federal de la formación (el máximo órgano de decisión entre congresos) propició la dimisión de Pedro Sánchez para poner fin a su empeño de que los españoles volvieran a pasar por las urnas.

Pero todo ello es ya el pasado. Los que ganaron el comité federal de octubre han perdido, y sin ningún tipo de matiz, en las primarias de ayer. Y el futuro del PSOE para nada se va a parecer al funcionamiento reciente de esta organización política. Aunque habrá que ver cómo se dividen los delegados que acudirán al congreso del próximo mes (la proporción entre sanchistas y susanistas), lo normal es que el secretario general entrante cuente con una mayoría más que suficiente para sacar adelante todos sus planteamientos. Incluso podría aventurarse un triunfo de Pedro Sánchez en la mayor parte de los cónclaves autonómicos previstos para el próximo otoño. En Asturias, por ejemplo, lo más probable es que el actual secretario general y hasta ahora presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, no se vuelva a presentar. ¿Decidirá finalmente Adriana Lastra ocupar su lugar?, ¿o se decantará por Madrid, ahora que suena con fuerza para ocupar la portavocía del PSOE en el Congreso?