Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Se necesita una reflexión profunda

Todos los años, por estas fechas, me viene el deseo de comentar el "circo" que se monta alrededor de las Primeras Comuniones. No pretendo negar la importancia de que las familias tengan la oportunidad de juntarse para celebrar un acontecimiento porque siempre se hizo así y, quienes se acuerdan de su primera comunión allá por los mediados del pasado siglo, tendrán en su mente la celebración religiosa con el posterior chocolate con churros para todos los niños y niñas juntos en la sacristía de la iglesia, o en el colegio de las monjas, o en la escuela de Don Félix de la Rúa do Sol cuando eran muchos comulgandos. Seguidamente aquel paseo con las estampitas de recuerdo que se daban a los familiares y amigos recibiendo una propina que iba a parar a la bolsa blanca que colgaba de la muñeca. Ya en casa, la familia celebraba con un festín especial en el que casi siempre era víctima el gallo del corral convertido en pepitoria. Lo que ocurre en la actualidad, en muchos casos, se parece poco a aquella fiesta. Los niños suelen estar más pendientes de los paquetes que sus invitados llevan a la iglesia que del significado del Sacramento que van a recibir y, la parafernalia que se monta posteriormente, viene a desvirtuar, muchas veces, lo que debería ser para el chiquillo recibir a Jesús por primera vez que, acaso, es la última de su vida. Algo se hace mal y merece una reflexión conjunta y profunda.

ESCUELA NAVAL

Compartir el artículo

stats