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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Política de color neutro

Enviar el PXOUM de Vilagarcía a la Xunta o derribar el acuario es como mínimo efectista como también renunciar a las banderas azules en O Grove, cerrar un tanatorio en Ribadumia o también pasear con la bandera de la capital europea del vino en Cambados.

Pero en eso se queda es la esencia de dos años de nuevos gobiernos municipales en la comarca de O Salnés. Cuando se llega al ecuador del mandato el balance no puede ser más elocuente pues pocas diferencias se notan desde aquel 24-J de 2015.

La verdad es que aquel terremoto político que se pronosticaba no podía ser más ligero y el común de los ciudadanos apenas percibe diferencias con aquel mapa azul del mapa comarcal, que cada vez es más neutro.

Cierto que un año de Gobierno en funciones complicó cualquier gestión y que todo quedó parado, pero las corporaciones han quedado ancladas en esa estación. Parece que no arrancan.

El balance es tan pobre que ninguno de los alcaldes saca pecho para hablar de los cambios que había prometido en su campaña eletoral. Eso, algo, quiere decir.

Quedan ya solo dos años para la nueva cita con las urnas y es tiempo suficiente para cambiar de rumbo para aplicar esos compromisos que incluyeron.

Ya no es tiempo de echar la vista atrás y demonizar solo las anteriores gestiones. Es hora de proyectos y de volver a ilusionar a los ciudadanos para que O Salnés vuelva a ser referente de Galicia como motor turístico, industrial y también cultural.

Quedan dos años en los que debe ponerse fin a la política de la inercia, a ese dejarse ir que tan cómodo resulta para seguir ganando las elecciones, sin dar nada a cambio.

Y es que evitar cometer grandes errores es a veces un acierto personal pues evita que el ojo ciudadano se clave en ellos, porque a pagar impuestos ya están acostumbrados y ya no se penaliza en las urnas.

Es indudable que todavía es posible el cambio que establecieron las urnas. Quedan dos intensos para lograr que O Salnés se enganche al menos al vagón de cola de ese tren de la prosperidad del que se presume en otras regiones de España. El billete lo han pagado el 24-M. Queda ahora poder subirse a él.

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