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Entre mantillas y mantones

Una corrida goyesca que el coso de San Roque acogió por vez primera en su dilatada historia el domingo 7 de julio de 1929, resultó un reclamo perfecto para Almacenes Simeón.

Apenas dos meses después de la apertura de su tienda, la firma hizo honor a su reconocida fama: sus grandes escaparates mostraron una espectacular colección de mantillas y mantones de Manila para lucir en aquella tarde que presagiaba un gran espectáculo. Lujo, fastuosidad y refinamiento enmarcaron la singular exposición comercial.

El elenco femenino se dividió para tamaña ocasión en dos bandos: quienes podían darse el capricho de comprar un mantón y quienes no podían permitirse ese dispendio. A su vez, las señoras de buen porte y mejor posición del primer grupo no pudieron, ni tampoco quisieron sustraerse a una competencia indisimulada por vestir el mantón más caro o por lucir con mayor garbo la prenda más espectacular.

Las asociaciones de la prensa de Vigo y Pontevedra no escatimaron gastos para una tarde inolvidable, que colmó las mejores expectativas. La plaza estuvo a reventar, entre guirnaldas y tapices, mientras que "el salto de Martincho", una reproducción del cuadro de Goya cubría todo el ruedo. Solo el pésimo ganado deslució las faenas del rejoneador Alfonso Reyes y los toreros Nicanor Villalta, Pablo Lalanda y Cangacho.

Almacenes Simeón echó la casa por la ventana para tan fausta ocasión frente a sus principales competidores, y aquellos días previos sus escaparates se vieron enormemente concurridos.

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