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De vuelta y media

Cuando llegó Simeón

Su tienda principal abrió en la calle Michelena en mayo de 1929 y mantuvo durante cincuenta años una dura competencia con Olmedo

El lunes 8 de mayo de 1929, apenas una semana después de la apertura de Almacenes Simeón, los pontevedreses y, sobre todo, las pontevedresas se deshacían en elogios sobre su remozado local, amplio e impoluto, en el número 17 de la calle Michelena. Casi noventa años después, lo mismo ha ocurrido esta semana con Mango y su restauración del Gran Garaje.

Hijos de Simeón García y Compañía, la denominación mercantil en aquel momento del emporio comercial, tardó mucho en apostar por Pontevedra. Entonces ya estaba presente en Santiago, A Coruña, Ferrol, Orense, Lugo, Vilagarcía, Sarria, Oviedo, Gijón, Santander y Madrid; en algunos de estos lugares incluso contaba con edificios emblemáticos por su magnífico porte.

En realidad, la firma comercial llegó a esta ciudad diez años antes, por medio de una compra estratégica durante su proceso de expansión en los albores del siglo XX. Hijos de Simeón García y Compañía cerró con Apolinar García Navarrete en 1918 la compra de todo su negocio en Pontevedra y aprovechó su local de Michelena para abrir una sucursal de venta de tejidos al por mayor, bajo dependencia de la tienda ubicada en la Puerta del Sol de Vigo.

Pastor García y Juan Torre ejercieron como primeros apoderados de la firma en esta ciudad y estuvieron al frente de aquel almacén no abierto al gran público. Poco después contaron también con un depósito de calzado denominado El Modelo.

Cuando llegó el momento que consideraron más oportuno, tramitaron en 1929 ante el Ayuntamiento un cambio de modelo de negocio al detal y pusieron de largo ante el público en general la tienda de Michelena tras una notable remodelación. Entonces José Dios reemplazó a Pastor García, y junto a Juan Torre formaron un plantel que no tardó en demostrar su competencia, profesionalidad y buen hacer.

La firma imprimió carácter propio, que todo el personal llevó a gala con indisimulado orgullo: un empleado de Simeón constituyó sinónimo de distinción. Veinticinco años después había que ver a José Luís Pérez Bobillo abriendo el desfile de los empleados pontevedreses en la conmemoración del centenario de la fundación del grupo empresarial en la plaza del Obradoiro el 14 de septiembre de 1957. Una fecha histórica, sin duda, que toda la plantilla vivió como un gran acontecimiento familiar.

Almacenes Simeón libró desde el primer momento una enconada batalla comercial con Almacenes Olmedo, que luego se mantuvo durante los cincuenta años siguientes. Tal competencia resultó muy beneficiosa, porque la clientela tuvo más donde elegir en cada momento.

Hijos de Olmedo, denominación mercantil de su principal competidora, no tardó nada en replicar. Al día siguiente de la apertura de Simeón en Pontevedra, inauguró a bombo y platillo El Palacio de la Moda en Santiago, a cuyo frente puso a Ladislao Romero. Y pasadas las fiestas de la Peregrina de aquel año, Olmedo también acometió en esta ciudad una importante mejora de su comercio en la plaza de Curros Enríquez.

"No haga sus compras. Le interesa esperar unos días. Muy en breve, apertura de los Almacenes Simeón. Michelena 17, frente al Banco de España". Así rezaba el primer anuncio a gran tamaño del nuevo establecimiento en vísperas de abrir sus puertas.

La apuesta por Pontevedra de aquel grupo empresarial que combinaba los negocios textil y bancario, fórmula no inhabitual en España a principios del siglo XX, tuvo una acogida social muy favorable. Toda la prensa consideró su presencia como muy beneficiosa para el progreso comercial de esta ciudad. La opinión pública fue unánime: "Pontevedra ya cuenta con un establecimiento que nada tiene que envidiar a los mejores comercios de Madrid o París"

Almacenes Simeón se hizo con una clientela cada vez más numerosa y variopinta a través de una programación continuada de exposiciones temáticas y selectivas, cuyas prendas renovaba constantemente. Tampoco faltaron las tradicionales rebajas, liquidaciones y ventas "por derribo".

Una semana después de su apertura, la ropa blanca ocupó su primera gran oferta, a 3,90 pesetas la pieza de cinco metros. La demanda era tan fuerte que incluso admitían reservas. "Todos los días -recordaba su agresiva publicidad- recibimos grandes novedades". Luego llegó la sedería y así sucesivamente.

El alejamiento de Galicia con respecto a los frentes de batalla más activos y sangrientos de la Guerra Civil, así como la identificación total del grupo Simeón con la causa franquista, benefició mucho el crecimiento y la expansión de su negocio comercial. Falange Española y de las JONS publicaba una lista de afectos y simpatizantes, donde recomendaba las compras en Almacenes Simeón, "los más importantes de España en tejidos y novedades". Un "¡Viva el Caudillo" no faltaba en los anuncios de la época, cuando también se presentaban como "los más surtidos" de Pontevedra.

Durante los felices años 60, su publicidad constituía un fiel reflejo de un poderío empresarial, que nunca desmayó. "El placer de elegir cómodamente / solo en Simeón tiene su máximo exponente"?."La realidad de sus ilusiones / en cada una de nuestras selecciones". Entonces contaba con tiendas en veintidós ciudades españolas.

"La Boutique" de Simeón plasmó a principios de los años 70 un esfuerzo más por no perder el tren comercial de la modernidad y adaptarse al tiempo nuevo que empezaba a vislumbrarse en España. Aquella tienda mereció el premio Ciudad de Pontevedra-1972 en el apartado de establecimientos comerciales, compartido con "Meu Lar" en la calle Andrés Muruais.

El irremediable declive comenzó a finales de aquella década, cuando el grupo empresarial contaba con 27 sociedades y un capital de 3.900 millones de pesetas. Luego la crisis se materializó en los años siguientes.

El Banco Simeón pasó a manos del Banco Exterior de España en 1984 y dos años después se produjo la suspensión de pagos del grupo comercial, con la consiguiente desaparición de la tienda de Pontevedra. A Olmedo le ocurrió lo mismo poco después. La era Zara comenzaba a aflorar.

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