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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La pinza

Lamentablemente, y por mucho que se empeñen sus señorías en no admitirlo, la discusión parlamentaria principal -en apariencia- de esta semana no fue la que reclamaba la transferencia a Galicia de las competencias sobre la Autopista del Atlántico (AP-9), sino la capacidad de los diferentes Grupos para sacar adelante en las Cortes la propuesta. Y, por si acaso, todos aprobaron en el Pazo do Hórreo la petición, unanimidad que reflejaba más el miedo de darle bazas al adversario si se negaba alguno que no ver ratificado allá lo que aquí se decidía.

El resto fue comedia o, si acaso, melodrama. Porque a partir de que el portavoz que para esa cuestión designó el PP declaró que votarían a favor, pero advertía de la "enorme dificultad" que habría para sacarla adelante en Madrid, la oposición abrió la caja de los truenos denunciando la incapacidad Popular para hacer que los suyos en el Congreso los apoyasen. Y de ahí deducía el poco peso del PPdeG donde "tendría que demostrarlo", que en definitiva era en el seno del Gobierno, primero, y en la Cámara, después.

En realidad, la discusión también admitía una lectura al revés: la izquierda "antigua" -PSOE y BNG- votaron aquí cuestiones que luego rechazaron en Madrid los socialistas -incluso gallegos- obedeciendo órdenes de Ferraz, y alguna vez fue el Bloque quien dijo "no" a sus socios. Y en la nouvelle gauche no tenían claro que esa historia quedase descartada por falta de coherencia en el popurrí de subgrupos que constituye Podemos. O sea, que nadie quería asumir que, ahora que no hay mayoría absoluta, Galicia pinta mucho menos que antes y carece de peso para influir.

La sesión fue de esa comedia, y el melodrama, de lo que la portavoz del Bloque denunció como "veto" de los demás a su formación y, a continuación, de "pinza" preparada de nuevo para eliminar la voz del nacionalismo gallego donde le interesaba ser escuchada. Que era en la Carrera de San Jerónimo. Y todo porque, aun aprobada por unanimidad la difícil petición de transferencia, solo tres Grupos en el Hórreo pueden hablar en Madrid y se dejó fuera al BNG. Lo de la pinza era un torpedo dialéctico, pero solo pareció molestar al PSOE. Un síntoma.

En el fondo, la aguerrida portavoz nacionalista Ana Pontón tiene motivo para la denuncia. Y no tanto porque resulte extraño que de cuatro Grupos gallegos el minoritario e impulsó la iniciativa se quede en casa, sino más bien porque los demás saben, primero, que será extremadamente difícil que la izquierda llegue a aceptar cualquier cosa que dé relevancia al Bloque, restándole posibles votos a ella y, segundo, porque el BNG es el que puede crecer de verdad, junto al PSOE, y la historia de sus pactos pone los pelos de punta al resto.

¿No...?

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