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José María de Loma.

Una copa de Burdeos

Salió esta semana la encuesta del CIS, que siempre anima algo nuestras vidas. Así es la cosa. Te levantas un día que tiene pinta de anodino, enciendes el teléfono y se te cuela una encuesta llena de intención de voto y de valoraciones de líderes políticos. Algo vamos avanzando: antes, cuando encendías el teléfono te encontrabas una llamada perdida de un acreedor. Le debemos una llamada a los acreedores.

Claro que también depende mucho la cosa de a qué horas le des vida al aparatito. El CIS no madruga mucho. Será para ahorrarle sapos en el café a los valorados, a los políticos, a los asesores. Yo soy más de tomar el CIS de aperitivo, con una caña y unas olivas, si bien el peligro es que me entren ganas de comerme una urna. O un encuestador. Los políticos sometidos a evaluación no aprueban. Lo cual quiere decir, en primer lugar, que son unos mantas. Y en segundo lugar, que el gentío se pone duro, hueso, en las encuestas y no es de dar notables ni mucho menos sobresalientes. Luego nos quejamos de que no nos den puntos en Eurovisión. Por no dar no dan tampoco muchos aprobadillos.

Alberto Garzón saca un 4,2 y eso que la confluencia lo tiene un poco sepultado. Se le ve en los Telediarios pero como detrás de Iglesias y Montero, por los pasillos, como buscando una unidad popular por el Congreso como quien busca una mancha en la moqueta. Cualquier día Monedero lo espera en una esquina y le hacen un Errejón.

Mariano Rajoy solo saca un 2,9, pero su partido es el primero en intención de voto. Con holgura. Es presidente y el PP ganaría las elecciones. De estos dos datos puede inferirse, con la prudencia que debe caracterizar a todo analista que se precie (también a un albañil o a un forense) que la nota obtenida puede traérsela floja, sin que tengamos la osadía de decir, si bien no faltan escuelas de pensamiento que así lo estimen, que se la trae pendulona también. Javier Fernández, presidente de la gestora del PSOE, obtiene un 4,1, que seguramente se tomará con la templanza que le caracteriza. Uno lo imagina todo prudente consultando los datos y diciéndose a sí mismo, "podría haber sido peor". Pablo Iglesias tiene un 3. Necesita mejorar. Tal vez por eso quiera controlar el CIS. Y el BOE. Y el CNI. Yo creo que un país con tantas siglas no debe ser muy fácil de gobernar. Peor es Francia, con tantos quesos. Y tantos partidos que se mueren y tanto líder emergente y Le Pen. Hay que darse al Burdeos y no encender el teléfono. Sí o CIS.

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