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Joaquín Rábago.

Abuso del dinero público

Nos tiene acostumbrados el Gobierno del que la oposición llama "el partido más corrupto de Europa" a una estrategia de defensa consistente en decir que esa lacra afecta a todos y es algo consubstancial con la naturaleza humana.

Puede haber algo de verdad en esto último, pero lo cierto es que ningún otro partido, ni siquiera el PSOE de Andalucía en sus peores momentos, ha acumulado tantos y tan graves casos de corrupción.

Y lo que es peor, ninguno ha puesto tantos obstáculos a la investigación de los casos abiertos, interfiriendo en la labor de la justicia o intentando, como parece que intenta ahora con veladas amenazas a los medios, que se den a conocer.

Los ciudadanos, que pagamos a los gobernantes con nuestros impuestos, debemos exigirles un estricto control del dinero público y transparencia sobre su uso.

También responsabilidad, porque hay distintas formas de corrupción y una de ellas, acaso la más extendida, es el abuso de un dinero que es de todos para obras muchas veces faraónicas, además de totalmente innecesarias y que sólo sirven para llenar bolsillos de políticos, empresas adjudicatarias e intermediarios.

La corrupción se da a todos los niveles, y la vemos también a nivel local con plantillas municipales rebosantes de funcionarios de los que muchas veces no se sabe muy bien cómo entraron, qué función tienen encomendada o su grado de cumplimiento.

Responsabilidad exigible también a quienes desde cualquier nivel de gobierno adoptan decisiones sin pensar en las posibles consecuencias como vemos, por ejemplo, ahora con la por otro lado discutible sentencia de un tribunal de arbitraje internacional que condena a España por un cambio regulatorio sobre energías renovables.

Son "aprendices de brujo en todo y siempre a costa de los ciudadanos y por supuesto sin hablar de responsabilidades económicas, penales y por supuesto políticas", me comenta un amigo a propósito de otro fiasco que va a costarnos un ojo de la cara a los contribuyentes: el almacén de gas Castor.

A todo esto, habría que preguntarse qué pasa con todos esos millones de dinero público desviados por los delincuentes políticos y sus amigos empresarios a paraísos fiscales. ¿Los recuperaremos alguna vez o esperarán a quienes los desviaron hasta que éstos salgan de la cárcel, si es que alguna vez ingresaron en ella?

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