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Juan José Millás.

Zona de inclusión

Cada época tiene sus sintagmas. "Crecimiento negativo", por ejemplo, es típico de la actual, y se estableció con una naturalidad sorprendente, aunque expresaba una contradicción en los términos. Ahí lo tienen, pues, funcionando como un lenitivo para las pérdidas. Los ministros de economía nos han hecho creer que no es lo mismo crecer negativamente que hundirse. Ahora, al rebufo de "exclusión social", se está instalando "exclusión financiera". Significa que un día recibiremos una carta de nuestro banco en la que dirán que no les interesamos como clientes. Nos habremos quedado fuera del Estado, ya que la banca es una de sus piezas fundamentales. Este sintagma, insisto, es nuevo, ni siquiera figura en el diccionario Redes, dirigido por Ignacio Bosque, en el que usted busca una palabra y aparecen aquellas a la que suele permanecer asociada.

Es nuevo y da miedo porque supone un paso más hacia la distopía en marcha. Imaginen un mundo en el que los bancos, sin haber dejado de ser imprescindibles, se reservaran el derecho de admisión. En un mundo en el que el dinero tiende a desaparecer porque pagamos ya con una aplicación del móvil, los "excluidos financieros" se verían obligados a ir de un lado a otro con billetes que quizá no les aceptaran ni en las tiendas de chuches. Ya existen los excluidos financieros, pero la exclusión avanza ahora hacia las clases medias, hacia las familias que llegan fin de mes con la cuenta corriente a cero, cuando no con un ligero "crecimiento negativo".

En el citado diccionario Redes, buscas "exclusión" y aparecen unos cuantos términos que le vienen como un guante. No aparece, en cambio, la palabra "inclusión" porque está muy solita, pobre, no puede casarse ni tener hijos, no puede crear una familia. Casi todos los discursos políticos se mueven en el área de lo incluyente, pero la realidad es cada día más excluyente. Quizá a no tardar tengamos que manifestarnos con pancartas en las que reclamemos: INCLUSIÓN SOCIAL, INCLUSIÓN FINANCIERA, ZONA DE INCLUSIÓN, etc. De momento, vivimos en una cultura de la exclusión. Hay partidos políticos cuyo programa no trata de otra cosa. Y avanzan sin parar.

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