¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI y en el seno de la UE los gallegos nos levantemos hoy sin saber si podemos ir a Portugal, ignorando qué debemos hacer y a qué punto de la frontera debemos dirigirnos si queremos o tenemos la obligación de viajar a Portugal? ¿Dónde está la eurorregión?

La eurorregión de 6 millones de habitantes la hacemos cada día los gallegos y portugueses viviendo, trabajando, pasando nuestro de tiempo de ocio, haciendo negocios indistintamente a un lado y otro de la frontera, pero no nuestros gobernantes, que parecen incapaces de descolgar un teléfono y enterarse de los planes del vecino, o los vecinos, de contar con claridad meridiana sus intenciones.

¿Tan complicado es ponerse de acuerdo e informar juntos a los ciudadanos de qué va a pasar desde hoy y hasta el domingo, si uno necesita o desea ir al otro lado del Miño? ¡Vaya ceremonia de la confusión! No hubo dos versiones de los controles fronterizos por la visita del Papa, hubo varias, y fueron cambiando a lo largo del día. Y lo peor, es que las autoridades españolas y lusas, pese a ver que el desconcierto iba in crescendo, se limitaron a echarse las culpas mutuamente. La responsabilidad siempre es del otro, pero el que paga es el ciudadano de a pie, el transportista que ayer se acostó sin saber si podría pasar su mercancía con dirección a Oporto, o el trabajador que no sabía cómo demostrar documentalmente que tenía una reunión de trabajo en tierras lusas.