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Sólo será un minuto

Este cuento se ha acabado

Águeda: "A mis cuarenta y tantos me da apuro confesarlo pero durante mi adolescencia tuve como principal adorno en mi dormitorio una gran fotografía en la que se podía ver a un todavía atractivo Robert Redford lavando el pelo a Meryl Streep en un fotograma de 'Memorias de Africa'. Aviso: no me gusta él (era el ídolo juvenil de mi madre, figúrate) ni ella ni tampoco la película, pero no sé por qué esa escena me resultaba sugerente. Y me temo que dejaba en evidencia algunas partes de mi personalidad que, como comprobé posteriormente, tenían un fondo tóxico. Yo, como tantas otras mujeres, estaba contaminada por el síndrome Disney. Ya sabes: príncipes azules, zapatitos de cristal, los sueños que se cumplen si luchas por ellos, las perdices en el plato al final del cuento. Y los malos siempre, siempre pierden. Bueno, no tardé mucho en darme cuenta de que todo eso son patrañas.

Mi primer amor más que azul era un gandul de ojos azules y mano ligera, por más empeño que puse no conseguí cumplir mi sueño de dedicarme a la moda y la única vez que comí perdices pillé una indigestión que aún me produce arcadas cuando la recuerdo. Veo perdices en lata y tengo retortijones. Aunque siempre había sospechado incluso en mi adolescencia que el cuento Disney era una tomadura de pelo (a ver, si la belleza está en el interior ¿por qué al final la Bestia se convierte en un guaperas del montón? ¿dónde está la coherencia, señores?) mi parte Bella Durmiente se resistía a abrir los ojos.

Y el caso es que aquella imagen de Redford lavando el pelo a su amada me había servido como fuente de inspiración para imaginar momentos de intimidad empapada con hombres aventureros, temerarios incluso, que dejasen a un lado su toque de extremada virilidad cuando era necesario para mostrarse?

Pues eso. Después de firmar los papeles de mi primer divorcio, lo primero que hice al volver a casa de mis padres fue tirarme en la cama, llorar cual Sirenita desposeída de su voz y arrancar el póster de 'Memorias de Africa' rasgándolo cuantas veces pude para que no quedara el menor rastro identificable de mentiras jabonosas".

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