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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Otra vez el paralelo 38º

A veces, los domingos, mientras se afeitaba, mi padre me hacia leerle en voz alta el artículo de la Tercera de "ABC" y luego me pedía que se lo comentase o le dijese que conclusión había sacado. Yo era todavía un niño y las conclusiones no podían ser de demasiado provecho, pero me esforzaba lo que podía por acertar en aquel ejercicio pedagógico.

Normalmente, los artículos eran de buena factura literaria y fáciles de entender porque sus autores figuraban entre las primeras figuras de la intelectualidad española que había sobrevivido a la catástrofe de la guerra civil. Unos habían vuelto del exilio para incorporarse a la confortable nómina que el régimen franquista ponía a su disposición (Ortega, Marañón, Gómez de la Serna, Azorín, Pérez de Ayala, etc.). Mientras que otros ya habían hecho méritos en el bando vencedor durante la contienda (Ridruejo, Tovar, Pemán, etc).

Y entre esos artículos que yo leía recuerdo uno de Juan Rof Carballo, el prestigioso médico gallego por el que mi padre (también médico) sentía un profundo aprecio. El artículo en cuestión, titulado (creo) La insegura seguridad, trataba sobre el distinto comportamiento en combate de los soldados turcos del contingente de las Naciones Unidas y el de los soldados norteamericanos a las órdenes del entonces famosísimo general MacArthur, durante la guerra de Corea.

Según el autor de la celebre Patología psicosomática, los soldados turcos, todos ellos procedentes de una determinada región de Turquía, habían demostrado un comportamiento solidario con sus compañeros y luchaban ferozmente para no dejar atrás a ninguno que hubiera sido herido o necesitase de su ayuda por alguna otra causa.

En cambio, los soldados norteamericanos, fiados en que detrás de ellos vendría el correspondiente servicio de asistencia sanitaria, o de evacuación aérea, pasaban de largo sin prestarles auxilio. No recuerdo exactamente lo que argumentaba Rof Carballo en su artículo pero la moraleja del cuento es fácil de deducir. Traigo esto a colación a propósito de las preocupantes noticias sobre un nuevo aumento de la tensión militar en la península de Corea. Un conflicto bélico que nunca se dio por cerrado ya que ningún pacto le puso fin y en buena técnica jurídica lo que actualmente rige es un armisticio.

La guerra de Corea fue la primera gran guerra después del fin de la Segunda Guerra mundial y la primera de todas en la que se especuló con el uso de armamento atómico tras Hiroshima y Nagasaki. La contienda se produjo en tres fases bien diferenciadas. En la primera, las tropas de la Corea del norte comunista (fiado en que EE UU no consideraba la zona como un territorio estratégico a conservar) cruzaron el paralelo 38º y llegan hasta Seúl, capital de Corea del Sur.

En la segunda, tropas de Estados Unidos con apoyo de contingentes de Naciones Unidas, llevaron a cabo una fulgurante contraofensiva, llegan otra vez al paralelo 38º y en vez de detenerse allí (que era lo acordado) lo cruzan de nuevo en sentido contrario, siguiendo órdenes de MacArthur que pretendía extender la guerra a China. Acto seguido cientos de miles de soldados chinos entran en combate y hacen huir en desbandada a los norteamericanos. MacArthur pretende un uso táctico de armamento nuclear pero el presidente Truman lo destituye y pacta el armisticio ahora vigente.

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