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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los males

Al paso que van varias cuestiones en este antiguo Reino, es más que probable que en cualquier momento determinados referentes de su economía -o poco menos-, y algún que otro tópico, también, queden obsoletos. Porque entre dos de los elementos primigenios, el fuego y el agua, más algún otro maligno como las plagas en cítricos, patatas y hasta en los mirtos, este año parece que tanto el paisaje como el paisanaje las van a pasar, por usar un término coloquial, canutas. Y como alguno hay constante -el fuego forestal-, está asentada la duda de que alguien sepa resolverlo.

Por lo que a incendios en los montes se refiere, en todos estos años -especialmente desde 1988 y 1989, en los que el entonces candidato a la Xunta Manuel Fraga hizo de ellos un elemento clave en su campaña- se han utilizado como argumento de los choques entre partidos políticos y después como fuente de las más diversas teorías sobre las causas, evidentes, de que la inmensa mayoría fueran provocados. Ninguna resultó del todo satisfactoria y se gastaron ingentes cantidades de dinero en construir un sistema de extinción muy complejo que palió, pero no resolvió.

Pero este país es demasiado receloso, y un entramado tan extenso incluso ha levantado ciertas sospechas y complicado el panorama. Ahora, parece que la Xunta ha recuperado una idea algo antigua pero que muchos entienden básica: la consecución de un Plan Forestal en el que intervengan todos los agentes que confluyen en el problema para, así, buscar una solución definitiva. Claro que, si bien es puro sentido común -aunque no el bálsamo de Fierabrás-, se ha planteado desde hace lustros sin que nadie por el momento lograra alcanzarlo.

Lo del agua es otra cosa. Resulta obvio que cuando en Galicia se convierte en un problema no es tanto por obra del ser humano, como el fuego, pero no parece razonable que con las enormes cantidades que aquí se derrochan, este antiguo Reino no tenga un plan para aprovechamiento y almacenamiento en previsión de años en los que, como éste, la lluvia escasea. Y esa ausencia de previsión sólo es imputable a los gobiernos -a este y todos los anteriores- precisamente por déficit de previsión. Y aunque es verdad que criticar es mucho más fácil que hacer, suele ser útil, porque varios pares de ojos ven más que uno solo.

Eliminar las plagas, que es otro de los males actuales, parece cosa de la ciencia, probablemente, como prevenir su extensión, y por lo tanto no sugiere poner de inmediato la mirada en los políticos ni en los gestores profesionales. Pero convendría no olvidar que algunas de ellas, y hay ejemplos actuales y otros menos recientes pero inolvidables, se producen por defectos en el control. Defectos que, por cierto y sin ánimo de incordiar, sí son cosa de los políticos y también otro de los males habituales. Pero eso habrá que dejarlo para otro día. Porque dará mucho de sí.

¿O no??

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