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Sólo será un minuto

Un sheriff en el bolsillo

Martín: "Dicen que si tienes algo guardado durante más de cinco años y nunca lo has usado puedes tirarlo sin preocuparte de que alguna vez vayas a necesitarlo. Es cierto a medias. Cuando me vi obligado a protagonizar alguna mudanza aproveché como todo el mundo para hacer limpieza de ropa pasada de moda o de talla, para deshacerme de libros que nunca leeré o releeré, para despedirme de cintas de vídeo VHS que, por mucho encanto que tengan, ya no podré visionar por falta de reproductor, para decir adiós a papeleo acumulado en trabajos y estudios que pasaron a la historia. Pero también es cierto que, de vez en cuando, encuentras en esas labores de limpieza radical pequeños tesoros que sirven para pellizcar tu nostalgia o recordarte de dónde vienes y adónde querías llegar. En mi última inmersión en el trastero me dio por vaciar un cajón de recuerdos infantiles que siempre me había intimidado. La nostalgia siempre es dolorosa en mi caso por razones que no voy a desvelar aquí. Había en aquella caja de Pandora libretas del colegio, cartillas de notas, alguna foto vieja, lápices mordidos, un tebeo del Capitán Trueno y un grupo de cowboys e indios de plástico que conservaban con bravura sus chillones colores. Me reencontré con el sheriff al que yo llamaba Billy Lomax, con su camisa amarilla y su pantalón azulón, bigote naranja y un Colt 45 plateado en su diestra con el que apuntaba al cielo mientras la zurda sostenía un Winchester 73 de cañón torcido. El bueno y viejo Billy. Cuántas veces había imaginado en mi infancia que me nombraba su ayudante, me daba una estrella y una escopeta recortada y limpiábamos Dodge City de maleantes. Creía en la justicia entonces. En el valor. En la decencia y la camaradería.

Metí los muñecos en una bolsa. No, no los tiré a la basura. Merecían un final más digno. Los llevé a un parque y los fui dejando en distintas partes. A los indios los dispersé por unas colinas de tierra removida. A los soldados del Séptimo de Caballería los aposté en una fuente seca. A Lomax lo dejé en un bolsillo de la americana. Ahí sigue. Protegiéndome".

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