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Juan Tapia.

El PP, cercado por los casos de corrupción

Temor a que la segunda vuelta enfrente a Marine Le Pen y Mélenchon, que propugnan salir del euro

En todo Occidente los electorados dan síntomas de desconfianza. Ahí están el "Brexit", la elección de Trump o el incierto resultado de las presidenciales francesas.

En España, las cosas parecen menos dramáticas porque tras dos elecciones sucesivas (2015 y 2016) el PP y el PSOE siguen siendo los dos grandes partidos. Sin embargo, los ciudadanos mereceríamos algo mejor. El PSOE mostró su crisis existencial en octubre cuando la defenestración de Pedro Sánchez. Y lo peor -pese a que la gestora ha concretado algunos pactos sensatos con el PP- es que, seis meses después, su situación interna sigue igual. El miércoles los tres candidatos a las primarias coincidieron en el acto de homenaje a la desaparecida Carme Chacón que el PSC montó en Barcelona. Y no fueron capaces ni de saludarse. No es la forma de generar confianza en su capacidad política.

El PP ganó (mal) las dos elecciones, supo aguantar, Rajoy fue investido y ha sabido lograr pactos. Pero cuando necesita gobernar sin mayoría se encuentra lastrado por un alud -al parecer interminable- de casos de corrupción. Rajoy se fue de Semana Santa teniendo que admitir -in extremis- la dimisión de Pedro Antonio Sánchez, con dos investigaciones judiciales abiertas, como presidente de Murcia. Y al volver, y con esa crisis todavía no cerrada, se enfrenta a dos delicados asuntos. En uno -la Gürtel- ha sido citado a declarar como testigo por un caso que Rajoy, cuando gobernaba Zapatero, dijo que era un montaje contra el PP. Años después es el propio Rajoy el que, forzado por los jueces, tendrá que declarar, aunque su aguerrido portavoz, Rafael Hernando, insiste en que todo es una maniobra socialista.

En el segundo, el juez Eloy Velasco ha ordenado la detención de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid y sucesor de Esperanza Aguirre, y diez personas más por una trama para saquear el Canal de Isabel II, una empresa pública encargada del suministro de agua a Madrid. Y parece que el fiscal Moix -nuevo jefe de Anticorrupción- ha intentado frenar alguna diligencia.

Primero fueron Baleares y Valencia, luego vino Murcia y ahora Madrid y Gürtel-Bárcenas resucitan. El presidente ha reaccionado mejor que Rafael Hernando diciendo que su declaración es un trámite normal y añadiendo, como quien no quiere la cosa, que el Gobierno elevará dos décimas, hasta el 2,7%, la previsión de crecimiento de este año.

Vale, pero la pregunta es si un partido, que parece más cercado por la corrupción que una península por el mar, tiene los atributos suficientes para gobernar un país con un alto grado de conflictividad política, económica y territorial.

La triste conclusión es que el PP tampoco sabe abordar con resolución sus problemas. Y lo más preocupante es que -hoy por hoy- no hay ningún otro partido con la fuerza y la solvencia convenientes para relevar al PP o al PSOE en sus funciones de gobierno y oposición.

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