Aunque me moleste tanta pamema, no escribiré sobre las primarias socialistas, renuncio a sus pompas y a sus obras. Como hice con Satanás el día de mi Primera Comunión, pero en ese caso mentí sin querer. Pero esta vez no será así, no escribiré sobre las primarias porque me aburren, me molestan y me dan miedo, todo a la vez.
Me aburren porque ninguno de los candidatos tiene discurso, solo relatos variados y adaptables. Me molestan porque durante dos meses pasearán sus caras por las televisiones, sus entusiastas intervenciones en micromitines y fiestas de la rosa. Me dan miedo porque ningún resultado es bueno, para el PSOE y para el país. El único que podría poner algo de paz, Patxi, carece de fuerza aparente para ganar. Por eso no escribiré sobre las primarias socialistas. Y a pesar de que recuerdo con ilusión aquel otoño de 1998, cuando ganó Josep Borrell. Cenaba solo en un restaurante pakistaní, en la playa de las Canteras de Las Palmas de Gran Canaria. Me llamó un amigo socialista desde Mallorca para darme la noticia, llevaba meses trabajando en la candidatura de Borrell. Llamé a mi mujer, que estaba en Sevilla por trabajo. El picante de la comida me supo a gloria.
Disfruté de la brisa marina con un pequeño paseo hasta el aparcamiento. Pero todo es efímero: en plena campaña de las elecciones municipales y autonómicas de 1999, Borrell presentó su dimisión, el testigo lo cogió un circunspecto Joaquín Almunia, y en 2000 pasó lo que pasó, mayoría absoluta de José Mª Aznar.
Almunia dimitió la misma noche electoral, cortándose no solo su cabeza sino la de toda su generación, que era la siguiente a la de Felipe y Guerra. Por eso Zapatero supuso un salto en el vacío, una ruptura de los sistemas de seguridad del partido, algo así como las desregulación de los mercados financieros de Reagan y Tatcher, y, a pesar de que su trabajo como líder de la oposición y presidente del gobierno tenga más claros que oscuros -aunque los oscuros son muy grandes- el PSOE en el año 2000 inició la debacle como organización que le ha llevado al desmadre presente. También esos hechos me llevan a no escribir sobre las primarias, porque con ellas se intenta salvar el presente, garantizar el futuro, recurriendo a las glorias del pasado. O borrón y cuenta nueva. No sé qué es peor. Contra esto y aquello, que decía don Miguel de Unamuno. No escribir, y en 2000 pasó lo que pasó. Salvar el presente, garantizar el futuro, recurriendo a las glorias del pasado. O borramaldo. é sobre las primarias, nunca mais.
