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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La decepción

Así que, a la espera de conocer todas las reacciones -que no necesitan adivinos para saber ni su fondo, ni su forma ni probablemente su enfado unánime, excepto algunos, que tampoco el censo completo, de quienes apoyen al PP-, solo hay una palabra para definir los Presupuestos Generales del Estado para 2017; decepcionantes. Lo que no impide que se esperasen más o menos así: los indicios iban en esa dirección, el silencio -que algunos creyeron preventivo- del presidente era explícito y, en fin, la comedia, aquí, de Soraya Sáenz de Santamaría presagiaban poco bueno para los intereses generales de este antiguo Reino.

Queda dicho que habrá debate, porque aunque lo medible no es opinable, de algún modo han de vestir el muñeco todos aquellos que no ha demasiado cantaban corales en loor de la astucia del presidente del Gobierno y su "indudable amor" por Galicia. Unos cuantos rizaron el rizo y llegaron más lejos al decir que esos amores no procedían solo del corazón sino también de las convicciones; pero olvidaron la sabia advertencia de Marx (Groucho) precisamente sobre las convicciones, que él llamó principios: que si no le gustan al resto, se cambian y punto. Y de eso se está viendo bastante en los últimos tiempos.

(Conste que cuanto se dice en esta crónica, una mera opinión personal del autor, no pretende ser epístola moral ni mucho menos el típico relato del enfado, habitual entre los que se consideran maltratados por el reparto. Lo que sí se intenta es dejar constancia de una decepción que sin duda es "razonable" -como diría el presidente Feijóo-, y que sienten muchos gallegos no solo por los números, que también, sino por la pérdida de confianza en quienes comprometieron otra cosa y ahora balbucean excusas de mal pagador, y nunca mejor dicho. Y cuando la confianza se pierde, recuperarla resulta extremadamente difícil.)

Claro que, como ya advirtiera Murphy, lo susceptible de empeorar, enpeora, y ese treinta y dos por ciento de descenso en la cantidad para inversiones en Galicia, aparte de que se dice que se blinda el AVE pero se le asigna menos dinero del necesario para rematarlo, y además de que lo anunciado por doña Soraya aún no se sabe muy bien de dónde sale ni a dónde va, el panorama ensombrece la alegría por el ya exiguo aumento del empleo y deja sin mucho sentido los augurios de expertos que anuncian que lo del aumento del PIB seguirá a toda marcha. Pero cada vez se cree menos esa historia optimista, y los próceres, motivos, dan.

¿No?

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