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Carmen Pérez Novo.

Ellos también sufren maltrato

Hace un mes ocurrió en Santander. Ayer en Toledo. Hoy en Jaén y Murcia. Quizás mañana en Zaragoza. La violencia doméstica se dispara. Cada día, los medios de comunicación nos despiertan con noticias que parecen verdaderos partes de guerra. Ahora bien, aunque el fenómeno de la violencia contra la mujer es, por su magnitud y significación, el más conocido, también hay hombres maltratados por sus parejas. Y ellos lo sufren por partida doble. Por las vejaciones que les infligen y por el sexo al que pertenecen. Porque si los malos tratos son un tema del que no suelen hablar quienes lo padecen, ni siquiera a los más allegados, cuando las víctimas son varones, las agresiones quedan circunscritas a un ámbito más silencioso. Hace unos meses asistí a una escena en la que una mujer de unos 30 años gritaba desaforadamente a un hombre, más o menos de su edad; a las piernas de ella se agarraba una niña gritando. Él permanecía en el más absoluto silencio. Pero ella gritaba tanto y con una agresividad tal que helaba el ambiente. Sus aullidos hacían presumir una amenaza. Y así cientos de casos que todos conocemos y que nos hacen preguntarnos una y otra vez por qué será tan complicada la convivencia ahora que el amor se hace más necesario que nunca. Y es que, cuando dos personas deciden entrar en una relación amorosa, tienen que redefinirse de nuevo. Y este aspecto no resulta fácil, sobre todo si alguno de los miembros siente la imperiosa necesidad de afirmarse frente a su pareja. El tema se complica si se encuentra con una persona con baja o nula autoestima y con una personalidad dependiente, en cuyo caso este caldo de cultivo puede ser ideal para iniciar el combate. Y los días proporcionan, además de horas, ocasiones infinitas para los enfrentamientos. Y no hace falta que te peguen un sartenazo o te crucen la cara a bofetadas. La deslealtad, la traición, los celos, la manipulación psicológica, el insulto, el victimismo, la provocación? son igual de nefastos y dañinos y dejan a la persona que los soporta las mismas secuelas y destrucción que las agresiones físicas. O sea que, dada la rapidez de los acontecimientos en los tiempos actuales, es posible que en breve las quejas por parte de ellos sean habituales. Basta con que se animen unos cuantos más para que cientos salgan a la luz.

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