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Las dos Policlínicas

El primer centro nació en 1928 en Benito Corbal y tras la ruptura del equipo médico en 1932 surgió otra institución en Charino

Cuando las relaciones, tanto profesionales como personales, entre los médicos más jóvenes del Hospital de Pontevedra todavía eran razonablemente buenas durante la Dictadura de Primo de Rivera, nació una institución sanitaria que resultó grande en su modestia: la Policlínica de Urgencia, precursora en cierto modo del Igualatorio Médico Colegial (Imecosa) que surgió mucho tiempo después.

Cuatro jóvenes doctores, cuyas ideologías bien dispares estaban lejos de eclosionar y abrir una brecha insalvable, unieron sus fuerzas y sus saberes para fundar un novedoso centro médico con un sistema de atención y funcionamiento hasta entonces totalmente desconocido. Su principal originalidad radicaba en su combinación de la medicina de pago a sus asociados, con la atención gratuita a los pobres.

Amancio Caamaño (cirugía general), Francisco Pereira (partos y niños), Tomás Abeigón (urinarias y piel) y Víctor Lis (medicina general) ejercieron al unísono como directores y responsables de las consultas de sus especialidades.

A finales de 1923, los tres primeros presentaron al mismo tiempo sus solicitudes en el Hospital para empezar a trabajar como médicos auxiliares sin ninguna remuneración, solo para coger experiencia y hacerse un nombre. Cinco años después pusieron en marcha la Policlínica de Urgencia en el número 13 de la céntrica calle Benito Corbal.

Su inauguración oficial a media tarde del 31 de diciembre de 1928 resultó un gran acontecimiento. Todo el espectro social de la ciudad estuvo representado entre el medio centenar de invitados, aunque hubo una presencia mayoritaria del sector sanitario, entre médicos, farmacéuticos y odontólogos.

Tras la bendición religiosa de sus modernas instalaciones por el padre Fraile Lozano, párroco de San Bartolomé, los asistentes disfrutaron de un espléndido lunch y corrió el champagne en los brindis obligados.

Autoridades e invitados no perdieron detalle de las instalaciones: una sala bien dotada para intervenciones quirúrgicas, un box con dos camas, dos consultorios, un despacho de dirección y un dormitorio para el médico de guardia.

Tomás Abeigón habló en nombre de sus compañeros para agradecer la asistencia y explicar el proyecto en síntesis. La Policlínica de Urgencia nació para atender mejor a los pontevedreses con un servicio nocturno, y prestar cualquier tipo de asistencia sanitaria, tanto a las gentes sin recursos, con carácter totalmente gratuito, como a las familias más pudientes, con atención domiciliaria incluida, mediante una cuota mensual.

De forma inmediata, el doctor Abeigón anunció igualmente la incorporación al centro de un servicio de rayos X y una ambulancia para transporte de heridos y enfermos.

Todo fueron parabienes y nada hizo presagiar, por tanto, un final temprano y abrupto. Pero la ruptura se produjo solo cuatro años después.

Las desavenencias entre unos y otros saltaron a mediados de 1932, inmediatamente después de que Amancio Caamaño Cimadevila ganara a José García Pintos una plaza de cirujano en el Hospital. Aquel concurso trajo en jaque a la clase médica. Pero un tribunal compuesto por doctores de reputada competencia se decantó de forma unánime por Caamaño.

Unos días más tarde, García Pintos anticipó su desplazamiento a Madrid con la finalidad de comprar los equipos necesarios para la instalación de una nueva policlínica. Si hubo o no una relación causa-efecto, pertenece al secreto del sumario. No obstante, la ideología política tan distante entre los dos equipos médicos resultantes tuvo que pesar mucho en aquellos días tan agitados.

De la dolorosa ruptura de la primera policlínica salió la Nueva Policlínica, que instaló sus dependencias en el amplio bajo de la casa construida por el opulento comerciante Gumersindo Abeledo entre las calles Charino y Santa María, frente al Teatro Principal.

Como director del nuevo centro figuró nada menos que Enrique Marescot, al frente de un equipo médico compuesto por Víctor Lis y Tomás Abeigón, de la primera institución, ahora asociados con Celestino Fontoira y José García Pintos. Además contaron con un servicio externo de Rayos X a cargo de Claudio Losada.

La inauguración de la Nueva Policlínica tuvo lugar a primera hora de la tarde el 28 de octubre de 1932. Antes de la bendición de sus instalaciones por el canónigo de la catedral de Santiago, padre Rodríguez Villasante, los propietarios obsequiaron a sus invitados con un opíparo almuerzo en el hotel Moderno, que regentaba Tomás Fernández.

Pasada la puerta principal se accedía a un despacho de médicos "de estilo renacimiento" a la izquierda, y a la derecha había otro despacho de consultas. Luego una consulta, sala de curas y mesa de urgencias. Al fondo, la sala de operaciones con "una mesa último modelo" y luz indirecta, otra sala para corrientes y masajes, y un laboratorio. A todo este equipamiento se añadían cinco habitaciones para hospitalización de heridos.

La Nueva Policlínica mantuvo el mismo espíritu que su antecesora en cuanto a la doble atención gratuita para las gentes más pobres, y de pago para las familias más pudientes. El buen nombre y prestigio profesional de su equipo médico le permitió hacerse rápidamente con una buena cartera, puesto que al abrir sus puertas ya dispuso de trescientas familias asociadas.

Ante el desconcierto creado en la ciudad por la existencia de dos centros de nombres tan parecidos, Caamaño y Pereira salieron al paso con una carta abierta en la prensa local para desmentir el cierre de la policlínica original. Ellos hablaron de una insidiosa campaña para confundir a sus socios y reiteraron su continuidad al frente de la Policlínica de Urgencias en Benito Corbal. Entonces anunciaron la disposición de un aparato de Rayos X para pruebas diagnósticas, con la finalidad de ofrecer un mejor servicio médico.

Obviamente en Pontevedra no podían sostenerse económicamente dos policlínicas semejantes, teniendo en cuenta que también funcionaba la Casa de Socorro de la Cruz Roja, con Pelayo Rubido al frente, el Hospital y los sanatorios privados de Marescot y Caamaño. De modo que algún tiempo después la Nueva Policlínica se quedó sola, sin ninguna competencia directa.

stylename="070_TXT_inf_01"> lopez.torre.rafael@gmail.com

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