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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

El rabo de los perros

El pasado 16 de marzo tuvo lugar en el Congreso de los Diputados uno de esos debates que ponen a prueba la sensibilidad humana. Se discutía la ratificación del convenio europeo sobre protección de animales de compañía de 1987 en el que se prohíbe someterlos a operaciones quirúrgicas cuyo objeto sea "modificar su apariencia o conseguir otros fines no curativos". Y en el mismo orden de cosas también se establece la prohibición de cortarles las orejas, seccionar las cuerdas vocales para que no ladren ni miaguen y la extirpación de uñas y dientes. La polémica fue intensa, pero al final de la sesión el convenio fue aprobado por 175 votos a favor (PSOE, Unidos Podemos, En Comú Podem, En Marea, Esquerra Republicana de Catalunya, y parte del Grupo Mixto), 136 votos en contra (Partido Popular y tres diputados del Grupo Mixto) y 37 abstenciones (PNV y Ciudadanos). La argumentación también fue variada, sobre todo en lo que se refiere a la práctica (bastante habitual todavía) de cortarle el rabo a los perros, especialmente los dedicados a tareas de caza.

El secretario general de Podemos, señor Iglesias, dijo desde la tribuna que "Está en juego el tipo de sociedad que aspiramos a ser. Una sociedad que respeta a los perros es una sociedad paradójicamente más humana". Y en una línea parecida se manifestaron el diputado de Equo, López de Uralde, la diputada del PSOE y excomandante del ejército, Zaida Cantera, y el portavoz de Ciudadanos Guillermo Díaz, para quien los que torturan, o maltratan, a los animales son elementos peligrosos para la sociedad. "¿Cuántos sociópatas han empezado a manifestarse sometiendo a tortura a los animales?", se preguntó.

Pero, la estrella de la sesión, por llamarle de alguna manera, fue el diputado murciano del PP Bernardo Pérez que usó el "efecto látigo" del rabo de los perros para justificar la operación de cortárselo. "Los perros poderosos, -dijo- los perros de caza, no controlan el movimiento del rabo, y movidos por impulsos incontrolables acaban por dañar a sus cuidadores". Y además de eso, el rabo les obstaculiza para entrar en las madrigueras en persecución de una pieza, o terminan por quedar enredados en las zarzas del monte.

No soy cazador, no tengo perro y mi conocimiento sobre la materia es muy limitado aunque disfruto enormemente con la lectura de los libros del sabio austriaco Konrad Lorenz, que seguramente fue uno de los que más sabían de esto. Pero eso no me impide comprender que cortarles el rabo a los perros, por motivos estéticos o de caza, es una salvajada. El rabo es para los perros lo que para nosotros las manos y le sirve para expresar sus estados de ánimo (alegría, miedo, inquietud, etc.) además de proporcionarle sentido del equilibrio. El perro, suele decirse, es el mejor amigo del hombre, pero desgraciadamente el hombre, en muchos casos, no es el mejor amigo del perro. Y el mal trato o el abandono de los comprados a capricho como si fueran juguetes, nos hace olvidar que es un ser vivo muy inteligente y sensible. Tener un perro y cuidarlo supone una responsabilidad para toda la vida. O hasta que la muerte nos separe, que se decía en las bodas de antes. Nunca es un noviazgo efímero.

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