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José María de Loma.

Ya es primavera

Se ha iniciado la primavera y esto siempre supone un acicate para los poetas, las heladerías y los vendedores de minifaldas. Para los caballos, no, dado que el acicate es una espuela para picarlo y que corra. Y maldita la gracia que tiene. Ya son más largas las horas de sol que las de oscuridad y así será durante noventa y tantos días. Los noticiarios emiten imágenes de playas llenas y los alérgicos se preparan para estornudar mientras los fabricantes de pañuelos de papel hacen su marzo. A poco que se descuide uno ya se tropieza con ensayos de bandas musicales de de Semana Santa, que es el prólogo del verano.

Los prólogos son como el aperitivo de un libro, algo que tiene que predisponerte al banquete de la lectura y en el que se habla bien del autor. La Semana Santa siempre habla bien del verano, lo anuncia, lo imita, te predispone. Es como un verano pero sin moscas, con azahar y tronos en la calle. Por estas fechas siempre hay que regenerar las playas, donde las haya, que a lo que se ve son muy degeneradas y se degeneran en el invierno, que es cuando les caen chuzos no necesariamente de punta, aguaceros, rayos y olas de varios metros que destrozan espigones, estropean paseos marítimos y hasta salpican portales. Se llevan la arena. La primavera es buen momento para aprender a hacer gazpacho y es el tiempo en el que si uno hubiera cumplido sus propósitos de enero ya estaría delgado y en forma y sabría inglés. Sin embargo, el común de los mortales, que espera no morir en primavera, lo que hace es iniciar la operación trikini, que se llama así porque ahora para cubrir nuestras hechuras corporales necesitaríamos tres bikinis por lo menos. Ya dijo Bécquer que mientras hubiera primavera habría poesía, lo cual podría aplicarse también al otoño e incluso a las otras dos estaciones, si bien las odas al invierno tienen el riesgo de dejarte helado.

En algunas ciudades famosas por el frío hay dos estaciones: el invierno y la del tren. En primavera se aceleran algunos impulsos suicidas, a ver si todo va a ser alegría de vivir, por lo cual conviene ir atentos por los puentes, no vaya a ser que un paisano esté tentado de realizar el último viaje tirándose al río pero gracias a unas buenas palabras nuestras pueda reconducir su actitud y acompañarnos a tomar cerveza y berberechos, cosa que siempre te predisponen a un mejor afrontar los problemas, las deudas, los desamores y hasta el mal sabor de boca que a algunos le deja que la naturaleza estalle.

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