El traspaso del Hospital por el Ayuntamiento a la Diputación en 1928, con su inevitable cambio de gestión, la fugaz "Dictablanda" y la etapa República con sus agitados vaivenes (diez presidentes tuvo la Diputación en cinco años) provocaron una innegable politización en el centro sanitario hasta el estallido de la Guerra Civil. Nadie pudo o quiso sustraerse de aquel ambiente cainista de toma y daca.

Caamaño sufrió un injusto expediente con suspensión de empleo y sueldo en noviembre de 1929. Pero la Justicia falló a su favor un contencioso y determinó su manifiesta arbitrariedad. Curiosamente su reposición como cirujano auxiliar coincidió con la elección de Enrique Marescot como director en diciembre de 1930.

Tras la proclamación de la República, la gestora de la Diputación estableció en el Hospital una vuelta al estatus anterior, por considerar ilegal el Reglamento aplicado. Ese giro supuso la destitución de Marescot Iglesias como director, la suspensión de Celestino Fontoira Peón y José García Pintos como médicos interinos, y la reposición de Celestino Poza Cobas.

Por su parte, Amancio Caamaño fue durante menos de un año, entre 1931 y 1932, presidente de la Diputación por su condición de líder del Partido Republicano. Al mismo tiempo ejerció en el Hospital como delegado técnico, un cargo equivalente a director médico

Hasta 1936 allí no resultó cómoda la estancia para los médicos de derechas; unos perdieron atribuciones y otros fueron destituidos. Pero peor, mucho peor lo pasaron después los médicos de izquierdas, tal y como reflejó el doctor Dias Lema en su historia del centro sanitario. Al estallar la Guerra Civil, Amancio Caamaño pagó con su vida el precio más alto de aquel enfrentamiento tan terrible.