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tRIBUNA LIBRE

Lucrecia

En la antigua Grecia, a la mujer se la tenía por inferior al hombre, tanto moral como intelectualmente. Era considerada como un niño, y no se le permitía intervenir en las conversaciones de los hombres. El marido ejercía la tutela sobre ella y, si enviudaba, pasaba a depender nuevamente de su padre o, incluso, de su hijo mayor. El marido que moría antes que la mujer podía dejar dispuesto quien sería su tutor o el nuevo esposo para ella.

En el año 510 a.C., Lucrecia, hija del patricio romano Espurio Lucrecio Tricipitino y esposa de Colatino, Sobrino del rey Tarquino el Soberbio, último rey etrusco, fue violada por el hijo de éste, Sexto Tarquino. Poco después, incapaz de sobrevivir a su deshonra, Lucrecia se suicidó de una puñalada en el corazón. Todo esto, unido al descontento por la forma despótica en que el rey ejercía el poder, provocó la sublevación del pueblo romano que concluyó con el derribo de la monarquía y la proclamación de la República en Roma.

En 1965, Franca Viola, italiana, se negó a casarse con su violador en Álcamo, Sicilia, dando lugar a cambiar en Italia una legislación retrógrada que permitía a los violadores quedar impunes si se casaban con sus víctimas. Tiempo después, en marzo de 2014, el expresidente italiano Giorgio Napolitano concedió a Franca el título de Gran Oficial del Mérito de la República, "por el gesto valiente del rechazo que marcó un hito en la emancipación de mujeres de nuestro país".

Comenzado el año 2017, un hombre de 33 años, en Pontevedra, fue detenido por la policía el día 5 de enero por pegar a su pareja delante de sus pequeños, en el domicilio familiar, adonde acudieron los agentes alertados por una llamada ciudadana. También en la noche de Reyes, en A Coruña, una mujer fue agredida por su exmarido cuando acudió a su antiguo domicilio para llevar regalos a sus hijos. El hombre también fue detenido.

Además de las agresiones físicas, forzamientos y violaciones otros muchos ejemplos pueden ponerse del machismo existente en el mundo de hoy y de lo poco que se avanza en la lucha contra la violencia de género. Es cierto que hay hitos que en momentos determinados invitan a las sociedades a reflexionar y provocan avances importantes. El ejemplo de Lucrecia es claro sobre la indignidad que supone una violación para la mujer, hasta el extremo de que, en muchos casos, le impide seguir adelante con su vida. Como también lo es el de Franca Viola, no aceptando vivir con su violador, ni que se le eximiera de culpa. Su actitud hizo comprender a la sociedad italiana que dispensar a un violador de su delito mediante el casamiento es tanto como bendecir el ultraje permanente en el seno del matrimonio. Otros muchos casos se pueden traer a colación, pero el caso es que la violencia de género sigue sin estar resuelta.

En muchas culturas, aun hoy, a la indignidad del abuso cometido contra una mujer se le suma después el desprecio y la marginación que sufre por parte de la sociedad. O vemos el derecho al que se sienten acreedores hombres ante la mujer caída, como se dice en el poema La Peona, del cancionero del Río de la Plata: "y cuando te hincha el vientre el primer hijo/ya se creen con derecho a un lugar en tu catre y en tu carne/ hasta los pobres peones galponeros/ porque vós, infeliz, sois en el campo/ la única cosa que no tiene dueño". También vemos matrimonios de conveniencia, arreglados por las familias a espaldas de la mujer, hurtándoles su libertad y la capacidad de decidir. O los casamientos forzados de niñas condenadas a vivir con hombres que no aman. Es llegado ya el momento de que la igualdad del hombre y la mujer quede absolutamente clara en las legislaciones de todo tipo, sin el menor resquicio para la más insignificante diferencia. La altura de la clase política se juega hoy en este terreno.

*Vecino de A Estrada, miembro del Ateneo Estradense y del Círculo de Podemos

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