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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El error

Pues la verdad es que, dicho con todo respeto a su cargo y condición, parece un error notable la declaración que se publicaba ayer en este periódico sobre la esperanza del presidente Feijóo de que la comisión de las Cortes aportara datos, hasta ahora desconocidos, sobre la fusión de las cajas gallegas. Y se habla de "error" porque hay otra, abierta a petición del PP en el Parlamento de Galicia, y la lógica parece indicar que sería a ésta a quien correspondería aportar lo que su señoría don Alberto espera. Si lo hay claro.

Hay quien dice que el titular de la Xunta se equivoca poco, pero que cuando lo hace es a fondo. Y quizá sea cierto, porque al ya señalado une otro error que además suena a cínico: lo de atribuir la mala situación financiera de las cajas a lo ocurrido entre los años 2005 y 2009 no se sostiene en pie. Él sabe que ese problema, que ciertamente existía, procedía de mucho antes y que era debido a la permisividad que la autoridad financiera mantuvo hacia una serie de actuaciones que no eran propias de esas entidades. Y esas actividades -que se resumen en actuar como bancos- fueron la causa de la multiplicación de las oficinas fuera de Galicia, del malestar de los bancos por la "competencia desleal" y en definitiva produjo los males a los que se refirió el presidente.

Pero hay que insistir en que nada de eso se ejecutó contra la opinión del Gobierno gallego ni tampoco contra la Ley de Cajas existente en este antiguo Reino. Es verdad que el señor Feijóo quiso modificar la normativa, pero no tanto para controlar las finanzas, como para reforzar el control político de sus actuaciones dentro del país. Y eso significa lo contrario de lo que parece indicar su señoría, que -curiosamente- pide a las Cortes Generales lo que aquí no permite aprobar.

Visto desde aquí, desde este lado del Padornelo, hay efectivamente algunas incógnitas de urgente y exigible eliminación. Por ejemplo, la insistencia de Monte Pío en cerrar lo antes posible una operación que tenía que saber inviable. y, de paso, dar a conocer el texto completo de un informe que, pagado con dinero público, garantizaba el éxito: una garantía que, al parecer, no existía ni antes del informe ni por supuesto después como los mismos hechos demostraron.

El resultado fue el que fue: la liquidación del sistema financiero gallego, la reducción de puestos de trabajo en el territorio del antiguo Reino, el fin de la Obra Social -ahora reducida a casi un Patronato de Arte- y, en fin, a un terremoto económico que, afortunadamente, palió la entidad que adquirió NCG y que resultó ser Abanca, cuya sensibilidad hacia el país ha estado hasta ahora por lo menos a la altura.

Y lo pero, y más curioso, es que determinadas "fuerzas vivas" gallegas, conocedoras de sus males y afectadas por la fusión, la aplaudieron con un entusiasmo que parecía buscar el silencio sobre sus propios asuntos. Claro que por eso, lamentablemente, no preguntó el señor Feijóo.

¿Eh?

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