A partir del primer domingo de Cuaresma (5 de marzo) entrarán en vigor en España los nuevos textos litúrgicos de la Misa, según la 3ª edición del misal, enriquecido en algunas de sus partes y que ofrece a sacerdotes y comunidades una estupenda ocasión de ahondar en el espíritu de la reforma litúrgica del Vaticano II. Volver a releer y poner en práctica con humildad la renovada Ordenación General del Misal (OGMR) y animarse tanto presbíteros como comunidades a progresar en una vivencia más profunda y santa de los sagrados misterios, puede ser un estupendo propósito en adelante. Así lo reconocían y se lo proponían como un reto los Delegados diocesanos de liturgia en su última reunión en Zaragoza, lamentando las secuelas de alguna época pasada "donde cada cual hizo y deshizo a su antojo -cambios en los textos y en los ritos, con estilos informales, coloquiales y en ocasiones vulgares -, en detrimento del sentido sagrado y espiritual de la liturgia?". Por ello recomendaban que "la nueva recepción del Misal romano ha de significar una renovada fidelidad a las normas y rúbricas superando la salvaje creatividad, porque esas conductas irresponsables influyen mucho en la vida cristiana de los fieles, en su vida espiritual y en la educación de la fe. Por eso, por el bien del pueblo cristiano, la nueva recepción del Misal romano, concluían, se debe traducir por fidelidad al Misal empezando por los presbíteros".

No obstante lo apuntado como tarea de los pastores y sus comunidades, quizá una de las novedades más llamativas para los fieles será el cambio en las palabras de la consagración del vino. Donde actualmente se dice "será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados" pasará a decirse "será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados".

Por imposibilidad de entretenernos, hay que decir que no se trata de una cuestión teológica, sino de una cuestión litúrgica y escriturística. Porque es innegable que Cristo murió por todos; eso ni se discute en este caso y desde el punto de vista teológico, el asunto no presenta dificultad. Que Jesucristo murió por todos los hombres, es algo que "forma parte de las certezas básicas de nuestra fe", aunque no todos los hombres se salven, como definió con claridad, entre otros, el Papa Benedicto XII en 1336: "Definimos que... las almas de los que salen del mundo con pecado mortal actual inmediatamente después de su muerte bajan al infierno".

Pero el asunto es otro. Y es este: que ya en el año 2006 el cardenal prefecto de la Congregación para la Liturgia dirigió una carta a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo con instrucciones para que introdujesen esa modificación en las nuevas traducciones del misal. La recepción de esa orden varió según países, con algunos episcopados, como el húngaro, muy rápidos en aplicar la orden y otros (como el italiano, el alemán?) renuentes a ella. Por ese motivo, el 14 de abril de 2012, Benedicto XVI dirigió una severa carta al entonces presidente de los obispos alemanes para urgir la aplicación de lo ya mandado.

Quizás convenga añadir que tras el Concilio, con sorprendente unanimidad, al establecer la fórmula de la consagración del vino, según el texto de la Sagrada Escritura, muchas traducciones a las lenguas vernáculas, copiándose quizás unas a otras, habían convertido el "por muchos" en "por todos los hombres". Benedicto XVI denunciaba por ello en la carta de 2012 que no se había hecho una "traducción pura, sino una interpretación". Interpretación, añadía, que se basó en un "consenso exegético que se quebró y que ahora ya no existe". Y de hecho, el docto papa emérito dedica la mayor parte de su carta a desmenuzar por qué, con la exégesis de los textos bíblicos en la mano, "por muchos" y "por todos" no son intercambiables. Lo más correcto, según los estudios actuales y como pedía el papa de entonces, es que "en la nueva traducción del misal las palabras pro multis deben ser traducidas, y no interpretadas. La simple traducción 'por muchos' debe sustituir a la interpretativa 'por todos".

Se entiende, pues, que es sobre todo una cuestión de fidelidad a la Palabra de Dios; a lo que realmente dijo Jesús, concluía el hoy Papa emérito: "La Iglesia tomó esta formulación de la narrativa de la institución en los textos del Nuevo Testamento y la plegaria eucarística debe decir 'por muchos', por respeto a la Palabra de Jesús?". Abundando aún más, cabe recordar igualmente que "las palabras [de la narración de la institución] se han traducido fielmente de este modo ['por muchos'] en la mayoría de las versiones bíblicas modernas" y "que las anáforas de los diversos ritos orientales, ya sea en griego, siríaco, armenio, idiomas eslavos, etc., contienen en sus respectivas lenguas el equivalente del latín pro multis".

En resumen, el cambio de "por todos los hombres" a "por muchos" no es ninguna novedad teológica, pues ambas cosas son verdad, una en un sentido, la otra en otro. La sentencia lapidaria de Santo Tomás de Aquino lo explicita: "la Pasión de Cristo fue suficiente para todos y de su eficacia se aprovecharon muchos".

El cambio como se ve es solo lingüístico. Aunque si afinamos en la reflexión ni siquiera es realmente un cambio, sino al revés: es la reversión de un cambio inapropiado (que se prolongó durante casi medio siglo) para volver ahora, con más razones, a la forma original. Quienes en la infancia asistíamos a la misa en latín, recordamos que la fórmula de la consagración del vino ya era efectivamente "pro multis", como ahora vuelve a ser en castellano; y quienes hayan acudido a las eucaristías celebradas en otros países o por sacerdotes de países hispanoamericanos habrán constatado que, ya desde hace años, ellos habían acatado esa fórmula de consagración, que ahora entrará en vigor en España para nosotros? ¡con 10 años de retraso!

*Sacerdote y periodista