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Nueces de California

El punto de inflexión

Newton y la sentencia del "caso Urdangarín"

"La vida siempre da dos opciones: la cómoda y la difícil. Elige siempre la difícil, y estarás seguro de que la comodidad no ha elegido por ti". (Adolfo Suárez)

¿Quién no ha oído hablar de los maltratados puntos de inflexión? Incluso es muy común utilizar este concepto en medios deportivos, cuando alguno de estos genios del balón en calzoncillos cortos se refiere a un cambio del destino, o de la diosa fortuna, para que cambie la dinámica del equipo, otro concepto muy manido. La dinámica me recuerda a las clases de Física, las leyes de Newton, Sir Isaac, que lo fue todo: hombre culto, ordenado y creyente; físico, filósofo, teólogo, alquimista, matemático, inventor, etc. Quizás con Gottfried Leibniz, el ultimo hombre perfecto. Seguro que además Newton, que era un trabajador incansable, una rata de laboratorio, también sabía desentrañar el misterio de las leyes creadas por los hombres, y podía, con su mente físico-químico-matemática dispuesta a todo, diferenciar la sutil frontera que separa lo legítimo de lo legal.

¿Qué pensaría Sir Isaac, si viviese hoy, de nuestra justicia? Él, que conocía perfectamente los axiomas de igualdad, quizás les diría a sus alumnos desde el atril que la igualdad es sueño de plebeyos. Eso es lo que pensé yo al conocer la sentencia del "caso Urdangarín", y cómo una de las infantas de España, para librarse de la cárcel, tuvo que pasar ante la audiencia del país como lela, como una mujer que no se enteraba de los tejemanejes que había entretejido el duque empalmado, "o rei da pelota na mano". Ella, que goza de un puesto de responsabilidad en la Caixa.

Pero volvamos al joven Newton, que nace en una familia puritana a mediados del siglo XVII. Sir Isaac (éste sí merecía tal distinción) parece ser que nació tan pequeño, fruto de un parto prematuro, que nadie se imaginó que lograría sobrevivir. Y sin embargo ya ven ustedes la que armó con la famosa manzana. Él fue el creador -entre otras cosas- del cálculo diferencial e integral, que tanto hace sufrir a los alumnos (y a sus padres) en el bachillerato y también en la universidad. De él, y solo de él, es la culpa (como diría el abogado de la Infanta) que los Departamentos de Matemáticas seamos un nido de asignaturas de bajo rendimiento, cuando todos y todas conocen perfectamente la diferencia entre un PITO y un PITH. Bueno, hay algun@s que, como en el caso de lo legítimo y lo legal, no se han enterado de que los PITO y los PITH son cosas diferentes. ¿Que no saben lo que son? Bueno, lo legal es aquello que nos imponen las leyes; lo legítimo, aquello que honestamente debería ser legal. Sería legítimo que si ambos prebostes se aprovecharon del dinero público pasasen unas pequeñas vacaciones entre rejas. Pienso en las personas que están en la cárcel por haber robado una gallina, o por no haber podido pagar la seguridad social de su empresa en tiempos de crisis, o por una denuncia falsa, que también las hay, o por haber nacido con un mayor número de papeletas, como testimonia la gran cantidad de población gitana que puebla las cárceles de nuestro país.

¡Ah!, ¿que no saben lo que es un PITO? Los PITO son los puntos de inflexión de tangente oblicua, que se diferencian de los PITH, que son de la misma familia, pero que la tienen horizontal. Y luego están los de sangre azul, los PITV, de tangente vertical, a los que todo les resbala, como explicaría la ley de Newton. Los puntos de inflexión son aquellos en que una función cambia de cóncava a convexa o al revés. Básicamente eso quiere decir que pasa de estar por encima de su tangente a estar por debajo, o al revés. Y ya saben que la tangente modeliza todo aquello que es lineal y crece proporcional. Es decir, como diría un entrenador de moda: cambia la dinámica no lineal y se invierten las posturas. No se preocupen que esto nada tiene que ver con el Kamasutra. ¡Pueden ustedes seguir practicando su postura favorita que para eso somos un Estado de Derecho!

Newton, pese a lo que se cree, era ante todo un alquimista, como los jueces que dan una de cal y otra de arena, y que son incapaces de que un litro de agua pese siempre un kilo: a veces casi pesa tres, y otras dividen por cero, y llegan al infinito; y los hay que sobrepasan el infinito y llegan al alef, y construyen un estado jurídico hecho de casos particulares. ¡Vaya galimatías!, ¡y que estos señores tengan que estudiar unas oposiciones tan complicadas!

Newton no paraba de hacer experimentos en su Elaboratory, y dicen que siempre jugaba para ganar. Pasaba noches enteras intentando cumplir tiempos prestablecidos y objetivos que más bien parecían estar fuera del alcance de los humanos. No era un experimentador serio como muchos creen, él solo quería resolver enigmas tradicionales. Incluso en su primera etapa en el Trinity College estaba más cerca de los libros de magia, para posteriormente purgar la ciencia de cuestiones místicas, y dejar atrás la Edad Media. Newton era religioso, pero fue un caso único, dado que fue profesor de la Universidad de Cambridge sin ser pastor de la iglesia anglicana. El rey Carlos II le dispensó de dicha norma. Sabía que Newton era un genio y que había que mantener el equilibrio para no verse privado de personalidades de tal talla. 1687 es el año en que publica su obra maestra: "Philosophiae naturalis principia mathematica". 1688 es un PITO en la historia de Inglaterra: la revolución gloriosa, y envían al rey Jacobo II al exilio. Sin embargo, Jacobo se resistió, aferrándose al derecho divino de los reyes, provocando una crisis constitucional parecida a la que hoy podemos vivir en nuestro país debido a la corrupción.

Newton, que era miembro del Parlamento en representación de Cambridge, mantuvo entonces el siguiente discurso: "la fidelidad y la lealtad que se juran al rey son sólo la fidelidad y obediencia debidas a él según las leyes del país. Porque si esa fidelidad y esa lealtad fueran más allá de lo que las leyes exigen, estaríamos jurando ser esclavos y el rey sería un monarca absolutista, mientras que con las leyes somos hombres libres, a pesar de esos juramentos. Cuando cesa la obligación de fidelidad y de lealtad que las leyes establecen, cesa también la obligación adquirida por el juramento".

Estas palabras podrían ser pronunciadas hoy en día en España. La historia de los países se hace de puntos de inflexión. Creo que la decisión sobre la inocencia de la Infanta Cristina es una mala noticia para nuestra democracia y nuestro Estado de Derecho, salpicado continuamente por abusos y atracos a mano armada de lo público. Yo, como Newton, creo que es hora de que en España decidamos si queremos una monarquía o una república, y qué prerrogativas deseamos otorgar a aquellos que nos dirigen y nos representan. Ya somos mayores para votar en paz. Ejemplos como los de la semana pasada solo hacen que esta necesidad parezca aún más evidente.

No deberíamos permitir que el modelo de mujer-florero se esgrima para librarse de la justicia. Necesitamos varios puntos de inflexión, y que los más beneficiados por el sistema sean siempre los primeros en dar ejemplo. No basta con enviar tristes chistes por WhatsApp. ¿Quién es en realidad antisistema? Yo no.

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