Ya casi nadie se acuerda de Imelda Marcos pero una vez fue famosa por su coprotagonismo en una de las más célebres "dictaduras conyugales" del planeta. Viuda de un sanguinario tirano de Filipinas, Ferdinand Marcos, la Mariposa de Hierro, así se la conocía, adquirió gran notoriedad por su colección de zapatos. Llegó a reunir 1.220 pares en un país donde la gente sin recursos camina descalza. Ahora sale a relucir de nuevo la vieja historia de su colección de joyas valorada en 20 millones, que el Gobierno ha intentado recuperar y que ella fue atesorando mientras la inmensa mayoría de los filipinos vivía en la extrema pobreza.

Tras la caída de la dictadura, en 1986, los Marcos huyeron precipitadamente. Los zapatos de Imelda se quedaron en el palacio de Malacañang, junto al río, y con la humedad terminaron pudriéndose. Otros resistieron algo más hasta que las lluvias tropicales inundaron el Museo Nacional de Manila donde habían sido depositados. Antes de ello, la presidenta Corazón Aquino tuvo el acierto de mostrarlos a un pueblo estupefacto.

La cosa no ha ido a mejor. Rodrigo Duterte, el nuevo jefe del país, amigo de los Marcos, se encarga en estos momentos, él mismo, de reducir los niveles de probreza aniquilando en las calles a los más desfavorecidos. Con el pretexto de la guerra contra la droga ya ha eliminado a 3.400 supuestos adictos y quiere instaurar la pena de muerte para que los verdugos prosigan. A los filipinos, cuando no van descalzos, los sacan con los pies por delante. Alguien con botas.