Desde la colina de La Cabaña se divisa una vista completa de La Habana. Alli emerge, imponente, la escultura del Sagrado Corazón de Jesús, con la que Batista pretendió -en vano- ganar apoyo popular. Tras la revolución, fue cubierta con árboles y no se podía visitar, por estar dentro de una zona militar. Ganada para el gozo civil, en el invierno habanero nos hemos pertrechado en la terraza del paladar de la Divina Pastora y a punta de bucaneros y maní, un amigo cubano nos ha contado que Linares, que fue ministro de Fidel a cargo de Trabajo y Seguridad Social, "murió de pasión de ánimo".

Como nunca antes había oído esa expresión, le pedí que explicase que quería decir con ella y afinó: "es un sentimiento que no se puede superar; aunque uno quiera, no puede luchar contra eso". Y no pude evitar la analogía con esa sensación que a uno le asalta cuando trata de entender qué le pasa al alma en tiempos de ansiedad y desconcierto y cuáles podrían ser las recetas de combate.

Ya en España, en la perezosa tarde del domingo, los congresos de los partidos siguen copando los informativos del fin de semana, con bufandeo para triunfadores y fundido en negro para caídos. Y en esas estaba cuando me entró un whatsapp con el vídeo de la despedida del contingente español de la UME en el aeropuerto de Santiago de Chile. Me lo remitía el Inspector General del Ejército, Ricardo Álvarez-Espejo, a punto de culminar su tiempo como capitán general de Cataluña.

La Unidad Militar de Emergencias había actuado en el país andino, apoyando en la extinción de los incendios forestales que han asolado medio millón de hectáreas. Los mayores incendios de la historia de Chile. Regresaba a España el destacamento cuando, a su paso por la terminal camino de la puerta de embarque, los pasajeros que se encontraban esperando sus vuelos comenzaron a aplaudir, con agradecimiento a los soldados españoles. Y me ha conmovido esa ovación espontánea, tanto como la dignidad del contingente español que ha recibido el reconocimiento sin atisbo de aspaviento.

Al ver el vídeo, no he podido evitar el paralelismo que, casi siempre resulta odioso, con el empeño desazonado del general Álvarez-Espejo para evitar la exclusión del ejército en los Salones de la Infancia y la Enseñanza, que dependen de la Fira de Barcelona. Sin éxito en esta última edición, pues las pasadas navidades desaparecieron del Salón de la Infancia los pabellones del Ejército, la Policía Nacional, la Guardia Civil, los Mossos d´Esquadra y la Guardia Urbana, pese a que las actividades propuestas por los desechados se encuentran entre las preferidas por los miles de niños que cada año acuden al salón.

Ese atropello, que le costó a mi amigo un buen disgusto, sirvió para complacer a la alcaldesa de la Ciudad Condal a quien al parecer, le disgusta que las Fuerzas Armadas tengan presencia en estos eventos.

Y como afectuosa despedida, 200 empresarios catalanes le ofrecieron al general Álvarez-Espejo una cena en el Ecuestre, donde se proyectó un vídeo recreando sus dos pasiones: la música y el fútbol. A su paso por Barcelona, este héroe de Afganistán, ha frecuentado el Palau de la Música y el Liceo, el Camp Nou y Sarriá (Cornellá-El Prat). Ahora habrá tiempo para llevar a los nietos al Bernabéu.

La UME, que tiene como misión ser "elemento de cohesión nacional y de solidaridad entre los españoles", nació en 2005 impulsada por el presidente Rodríguez Zapatero (ya le rondaba en la cabeza desde la nevada del diciembre anterior, cuando tanta gente quedó atrapada) a raíz del pavoroso incendio de Guadalajara. 11 muertes, en su mayoría chavales veinteañeros que se enrolaron al retén para sacarse un dinero en verano.

Y ya ha tenido oportunidad de actuar en dos ocasiones en Cataluña: en julio de 2014, a raíz del incendio originado en Junquera (Gerona), donde se movilizaron a 300 efectivos; y en octubre del mismo año, con ocasión de las inundaciones sufridas en el túnel del AVE a su paso por Gerona y que cortaban el servicio ferroviario entre Francia y España.

Los 56 miembros del contingente español que ha sofocado los incendios en Chile, completan la cuarta salida de la UME, en misión de apoyo internacional desde su creación, tras Haití, Nepal y Ecuador. El jefe de la Unidad, general Alcañiz, un zaragozano con francés e inglés, que ha servido en misiones en el Líbano y Bosnia Herzegovina, recibió a sus hombres en el aeropuerto de Torrejón a quienes reiteró los valores de la UME: espíritu de sacrificio y humildad.

Diez años después de su creación, los detractores se muestran críticos con su existencia como organización militar, pues consideran que es poco eficiente, que no eficaz, absurda en el siglo XXI, y paliativo de una Protección Civil que el país sigue sin tener. Los defensores, en línea con el lema de la UME, "perseverando para servir", valoran la capacidad de movilización de 3,500 efectivos, en alerta, bien entrenados para afrontar situaciones extremas como inundaciones y fuegos.

Ese aplauso espontáneo, de agradecimiento, podría servir como un antídoto más para combatir la "pasión de ánimo", ese sentimiento viral que ensancha la legión de entreguistas, dolientes, pusilánimes, medrosos y afligidos€, que pueblan calles, oficinas, talleres, mostradores, juzgados€sin que nadie logre dar todavía con el remedio.