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La semana de A Ferrería

No tentemos a la suerte

El informe de los Bomberos de Pontevedra sobre el mal estado en el que se encuentra el puente de A Barca es tan demoledor que no lo tapan ni los remiendos que estos días llevan a cabo operarios de la Xunta, titular de este viaducto.

Las marquesinas colocadas sobre las aceras en la década de los 90 a instancias del entonces conselleiro José Cuiña Crespo para proteger a los peatones de las inclemencias del tiempo, se encuentran tan deterioradas que ponen en peligro a los transeúntes y a los conductores, tanto los que circulan por el puente como por los que van por la autopista en el tramo bajo esta infraestructura.

Da la impresión que desde que se instaló esta marquesina no ha habido mantenimiento alguno, salvo para reparar las piezas que han ido volando a consecuencia de los temporales que nos han azotado en estos años. Así, según el informe de los bomberos, las vigas de madera están podridas y las sujeciones de la cubierta presentan tal deterioro que carece de resistencia ante los vientos fuertes.

La pregunta es por qué se ha llegado a esta situación y cómo es posible que este viaducto que atraviesan cientos de personas y miles de vehículos cada día no haya sido revisado, ni haya tenido un mínimo de mantenimiento por la administración responsable, en este caso la Xunta de Galicia.

Horas más tarde de conocerse el informe de los bomberos, allí se presentaron unos operarios para hacer lo de otras veces, la chapuza que tape lo más gordo del problema. Si la reforma no se acaba haciendo en profundidad, las chapas volverán a volar, como ya lo hizo en anteriores temporales, y las vigas seguirán deteriorándose hasta pudrir.

No se trata de remendar, sino de cambiar toda esta marquesina. Esa es la cuestión para así evitar riesgos de desplomes y de electrocución, tal como se dice en el informe. Pónganse unos y otros manos a la obra para acabar con estas graves deficiencias y así evitar tragedias innecesarias.

El pasado fin de semana, con motivo del temporal pudo pasar una desgracia. No tentemos a la suerte.

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