Hay veces en las que, realmente, el ejercicio de la política es difícil de entender. Y no solo por los espectadores, sino también por los protagonistas.Ahí está por ejemplo el caso del PSOE gallego, cuyo grupo parlamentario, al que se supone depositario de la doctrina -y por tanto de la voluntad de los militantes y de quienes la respaldaron con sus votos- en franca contradicción con los de la agrupación de A Coruña. Por ejemplo.
Es verdad que el episodio herculino parece una enciclopedia del disparate. Primero, porque los seis ediles del PSOE permiten que gobierne En Marea, a la que, con su alcalde a la cabeza, niegan la confianza dos años después al tiempo que denuncian que la ciudad cae en pecado. Pero con todo y con eso, hacen posible que todo siga igual al negarse a una moción de censura. Y en medio de la tormenta, el grupo municipal socialista elige nuevo portavoz con tres de sus seis votos.
O sea, que al menos en su mitad, los ediles socialistas coruñeses reactivan el absurdo "no es no" a un pacto con el PP mientras sus teóricos representantes a nivel autonómico, el grupo parlamentario, hace exactamete lo contrario. No establece coalición con los Populares pero acuerda con ellos las pocas cosas realmente importantes que hasta ahora se han tratado en el Parlamento. Algo que es pura contradicción.
Y no se exagera al decir que la "entente" -aunque no cordial: no es necesario llegar a tanto- entre los dos grandes partidos se está produciendo de facto en los asuntos clave. En el de la ofensiva portuguesa para captar inversiones, una parte de ellas gallegas o relacionadas con Galicia, no hubo demasiada contradicción entre lo dicho por los señores Feijóo y Leiceaga sobre la necesidad de estar alerta y si es necesario, actuar. Pocas palabras bastan.
En cuanto al acuerdo cerrado entre populares y socialistas acerca de la posición y reclamaciones en el asunto de la financiación autonómica, son esas palabras mayores. Primero por que consolida la figura del experto señor Lago Peñas en la comisión que propondrá la solución al sudoku y, segundo, porque aumenta la fuerza de Galicia para hacer valer sus derechos y sus aspiraciones.
Así las cosas, y expresada la opinión -personal- con toda franqueza,parece evidente que la mayoría de los gallegos/as, incluyendo los/as de origen coruñés, prefiere la actitud de los parlamentarios de PP y PSOE -ambos "dG"-, y de sus líderes, a la de los municipales respectivos y sus dirigentes en el consistorio herculino. Y más de uno habrá visto confirmado que los latinos tenían razón cuando acuñaron que lo que "natura non dat, Salamanca" -ni A Coruña- "non prestat".
