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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La penitencia

Así pues, y a la vista de la negativa de la Audiencia Nacional a la puesta en libertad provisional del señor Fernández Gayoso, condenado a dos años de prisión -que cumple encerrado a sus 85 de edad pese a carecer de antecedentes penales-, parece llegada la hora de expresar disconformidad. Y no por el contenido de la sentencia, que doctores tiene la santa iglesia jurídica, sino por las evidentes y escandalosas diferencias de trato entre el exdirector general de Caixanova -y presidente- tambien ex de NCG y otros.

Naturalmente y como siempre, cuanto se dice responde al animus opinandi personal del firmante, que acepta la obligación de acatar el fallo judicial pero ejerce, igual que el condenado, su derecho a la discrepancia. Derecho que, ejercido por el señor Gayoso, parece haber formado parte de las causas por las que se le negó la libertad solicitada. Un dato que, de confirmarse, sería cuando menos insólito.

Se ha criticado la desigualdad de trato para el expresidente -igual que para otros encausados- porque solo a ellos se les considera autores o coautores necesarios de delitos, siendo así que ha habido quienes recibieron cifras muy parecidas con sobreseimiento posterior de la causa, y otros que si bien percibieron cantidades aún mayores por jubilación pactada muy poco antes de la fusión de las cajas y conociendo previamente que se produciría y cuándo, y que el Banco de España no contaría con ellos por una gestión que llevó a Caixagalicia al borde de la quiebra, ni siquiera fueron investigados, por lo menos a fondo.

Esos son hechos, que pueden ser interpretados como se quiera pero que resultan irrefutables. Como irrefutables son no las comparaciones, sino las evidencias de que delincuentes confesos, aunque posteriormente dicen haber redimido sus penas pagando, están acusados de fraudes mayores y ni siquiera padecen prisión preventiva.

Se podrían citar cientos de ejemplos de esa desigualdad, algunos indignantes cuando se ha visto a convictos que con delitos de sangre han salido a la calle mucho antes de cumplir sus penas ni indemnizar a sus víctimas o familiares porque se le han reconocido problemas de salud o achacados a su edad avanzada.

Pues bien, al señor Gayoso -uno de los grandes impulsores de la ciudad de Vigo durante medio siglo-, de 85 años, sin antecedentes penales, que no ha percibido un céntimo en el asunto de las indemnizaciones y que fue condenado a una pena relativamente menor, que no implica necesariamente la cárcel, parece sentenciado ahora, además, a hacer penitencia en su celda. ¿Es eso, de verdad, igualdad de trato?

¿Eh?

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