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Joaquín Rábago.

Business first

Quien, como Donald Trump, dice "America first", dice también "business first" (los negocios, primero).

Solo así se explica el que con el pretexto del terrorismo el presidente de Estados Unidos singularizase a siete países musulmanes y vetase a sus ciudadanos la entrada en Estados Unidos, olvidándose de otros.

En polémica decisión, paralizada de momento por la justicia, Trump ha prohibido la concesión de visados durante noventa días a sirios, iraquíes, iraníes, somalíes, sudaneses, yemenitas y libios.

Y, sin embargo, nada ha dicho de los nacionales de otros países también de mayoría musulmana como egipcios, turcos o paquistaníes.

Si la amenaza terrorista fuese realmente su preocupación y no quisiese hacer con ella fácil demagogia, ¿por qué dejar fuera a los saudíes, los mayores exportadores de la fundamentalista ideología wahabita al resto del mundo?

Saudíes eran por cierto catorce de los diecinueve terroristas que atentaron el 11 de septiembre contra Estados Unidos como de conocida familia saudí era también el fundador de Al Qaeda y enemigo número uno de Estados Unidos hasta su muerte.

Y de Egipto procedía Mohammed Atta, el cabecilla del grupo de terroristas suicidas que secuestró los aviones que derribaron las torres gemelas neoyorquinas.

Trump no incluyó tampoco en su particular eje del mal a Pakistán o Afganistán, dos países donde hay grupos yihadistas muy activos.

El criterio utilizado, tan racista en el fondo como selectivo, solo se explica por los intereses -comerciales, militares u otros- en juego.

Las empresas de Trump mantienen relaciones de negocios en sectores como la construcción, la hostelería, los campos de golf, con Arabia Saudí, Egipto, los Emiratos y Turquía.

Ricos gracias a su petróleo, los saudíes figuran por otro lado entre los más importantes clientes del más moderno material militar "made in USA".

En cuanto a Turquía, como otros no señalados por Trump, no es un país que se distinga últimamente por su respeto de los derechos humanos, pero tiene a su favor su condición de miembro de la OTAN.

Los Emiratos Árabes Unidos albergan una importante base naval estadounidense y Pakistán y Egipto no hacen asco a las torturas, lo que es siempre de utilidad para Washington.

Todo pues se explica.

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