Ayer presentamos un documento del Foro Económico de Galicia sobre la reforma de la financiación autonómica. Un asunto tan complejo como importante. Complejo porque es muy técnico; porque acaba reflejando cuestiones territoriales no del todo bien resueltas; y porque, en parte, es un juego de suma cero en el que lo que unos ganan, lo pierden otros. E importante porque es el que posibilita la prestación de los servicios públicos más importantes para los ciudadanos gallegos.
Merece la pena insistir en la idea de que el punto de partida de Galicia no es malo, en perspectiva comparada. En el gráfico adjunto aparecen las cifras de financiación per cápita y financiación por habitante ajustado en 2014, último año liquidado. En ambos casos estamos claramente por encima de la media (igualada a 100) y de Cataluña y Madrid. Es decir, recibimos más por habitante porque el modelo reconoce que los servicios son más caros (de hecho somos los segundos en esto, tras Castilla y León) pero también por otros factores que tienen que ver con la historia de las negociaciones previas. Lo primero tiene justificación y sentido; lo segundo, bastante menos.
Galicia afronta cuatro riesgos principales y se asoma a una oportunidad. Los riesgos tienen que ver con la consolidación del principio de nivelación parcial; con la extensión del sistema de concierto a otros territorios; con cambios en la fórmula de reparto que hagan pesar más a la población y menos otros factores correctores del coste; y con la condonación de la deuda del FLA. La oportunidad tiene que ver con una reforma del Fondo de Compensación Interterritorial, instrumento que no está en el sistema de financiación en sentido estricto, pero que es un mecanismo financiero que debería beneficiar a Galicia mucho más de lo que lo hace ahora.
Los objetivos ante los cuatro riesgos parecen claros; 1)que se vuelva a hablar de la nivelación de todos los servicios centralizados y no solo sanidad, educación y servicios sociales; 2)evitar que la anomalía foral se extienda a otras autonomías y, en la medida de lo posible, que el cupo vasco y la aportación navarra empiecen a calcularse bien para que ambas aporten lo que deberían aportar a la caja común; 3)avanzar en la estimación de las necesidades de gasto per cápita o habitantes ajustados, con una estimación oficial y rigurosa de las mismas a medio plazo; y 4) evitar la condonación de la deuda y articular mecanismos de apoyo a las CCAA con mayor presión financiera que no les haga sentirse tontas a las Comunidades Autónomas que más han ajustado y cumplido con el objetivo de déficit.
*Director del Foro Económico de Galicia