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China, víctima y verdugo

La ofensiva antiglobalización desatada por el presidente electo de EE UU, Donald Trump, amenaza con cobrarse una víctima insospechada: el gigante chino. No deja de ser paradójico que Xi Jinpin se presentara este martes en el santuario invernal del capitalismo que es el Foro de Davos como el garante mundial del libre comercio ante la incertidumbre que provoca el próximo inquilino de la Casa Blanca. Pekín ha advertido ya contra la posibilidad de que estalle una guerra comercial de la que China podría salir muy perjudicada: su crecimiento económico depende en gran medida del comercio internacional.

Sin embargo, un impacto negativo sobre la economía china perjudicaría también al resto de países. El país no solo exporta, sino que se ha convertido en uno de los mayores consumidores del mundo. Es decir, una contracción limitaría su consumo con las consiguientes consecuencias sobre los países proveedores que no solo son países ricos en materias primas, sino los desarrollados que suministran productos de mayor valor añadido.

Con un agravante que al parecer el futuro presidente estadounidense no parece haber valorado, al menos en sus declaraciones públicas. China es el mayor tenedor de deuda pública -y, por tanto, acreedor- de EE UU y de otros países occidentales (España no se libra). Si en un momento determinado se viera con el agua al cuello, podría empezar a cobrarse esa deuda, sin renegociación posible, con el efecto cascada sobre las economías de los países afectados. Como bien alertó ayer el presidente chino, en una eventual guerra comercial todos los afectados perderían.

Pero los trenes parecen estar en rumbo de colisión no solo en ese aspecto, sino también en el geoestratégico. Si ya la Administración de Barack Obama había desplazado al Pacífico el eje de interés político y económico, el nuevo gobierno parece dispuesto a ir mucho más allá, incluso en el terreno militar como podría deducirse de las advertencias de que Washington no permitirá a Pekín el acceso a los islotes que reclama en el Mar de China y donde incluso ha desplegado misiles. El enfrentamiento global parece, así, asegurado.

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