Nace 2017 preñado de expectativas que pueden hacerlo un año excitante. Claro que los vaticinios para todo un año cuando éste comienza pueden acarrear una opípara cosecha de errores, sin menoscabo de alcanzar también un significativo porcentaje de aciertos

Dividiendo tales expectativas en tres grupos, uno de ámbito internacional, otro referente a España y un tercero en lo que atañe a Vigo, me propongo glosarlas en separados artículos y empezando por las de ámbito internacional creo que hay que asumir que todas las miradas convergen en Donald Trump, cuyas decisiones, por ser considerado como la persona más poderosa de la Tierra, tendrán repercusión universal. Ya ha dado muestras de su irascible talante con declaraciones y exabruptos poco ortodoxos, rebasando la doctrina de Monroe, "América para los americanos" y propugnado casi, casi, la de "el mundo para América."

Su posicionamiento frente a México, incluido el muro fronterizo, ya ha enfriado las relaciones de los dos países vecinos; enfriamiento que amenaza con extenderse a toda América y que puede repercutir en España por ser esta la segunda nación, tras Estados Unidos, con más inversiones en el país azteca. Sensu contrario, el hecho de que parezca confirmarse la intromisión de Rusia en el proceso electoral norteamericano, favoreciendo a Trump, podría determinar cierta distención y acercamiento entre los dos colosos que podría manifestarse, por ejemplo, en una mejor coordinación en la lucha contra el terrorismo. Tampoco son boyantes las relaciones con China, misterioso país con un gobierno sui generis en el que florecen en el comunismo grandes fortunas capitalistas que pueden influir en la actitud de ambas naciones frente al preocupante desarrollo nuclear de Corea del Norte

También se sospecha que Putin, que gana popularidad en su país y no da puntada sin hilo, está repitiendo en Europa la intromisión en los comicios americanos, inmiscuyéndose en asuntos internos de países comunitarios y no para reforzar la Comunidad, sino para debilitarla, obtener un gap de supremacía, facilitar objetivos expansionistas y tal vez añorar la estrella roja que va a celebrar el centenario de la revolución que dio nacimiento a la extinta URSS. Y en este contexto internacional tampoco es intranscendente el presumible giro de Francia hacia el centro derecha y la definitiva implantación del Brexit británico, sobre los que se hacen conjeturas, pero son incógnitas sin resolver que pueden acrecentar la índole excitante del 2017.

Pléyade de expectativas que en un mundo donde impera la globalización tendrán un impacto generalizado.