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Entre el museo y el bar Lamari

Pasamos media mañana del domingo viendo y escuchando con placer en el Museo del Mar a los que veis en la hermosa imagen de al lado. Para contrarrestar tanta cultura volvimos al centro de Vigo a cometer la brutalidad culinaria o bajeza cultural (según mis amigas animalistas, claro, que no soportan que comamos carne y menos menudillos) de picotear unos callos en La Comidilla, que estaban excelentes, y luego un no menos excelso cocido en Lamari. Ahí nos pasamos un poco con la tertulia porque, aún no había dormido la siesta dominical obligatoria cuando me di cuenta... que había quedado a las cinco y media en los cines Norte para dar la bienvenida a la película del gallego Oliver Laxe, premiado en Cannes. Y allí me fui, transgrediendo por otro acto cultural la patriótica tarea de la siesta.

Y al cine con Oliver Laxe

Lleno el cine tras una cola titánica de gente de la generación de Oliver Laxe. ¿Dónde coño estaba la mía, la progre que se inventó lo del cineclub y se pasó media vida especulando sobre los ocultos significados de Buñuel, Bergman o Bertolucci? ¿Es que salvo Luis Bará ya abdicó o no soporta los estrenos? Mi cultura cinematográfica es atroz, imposible de definir en palabras por la extensión de su orfandad, y se lo dije a Laxe cuando me lo presentó una cineasta viguesa. Pero yo puedo afirmar que, salvo un sopor inicial y brevísimo producido por la ingesta culinaria aliada al sillón y la oscuridad, gocé sorprendido con "Mimosas" en ese viaje de belleza árida y nevada por la cordillera del Atlas, ahí por las estribaciones del monte Toubkal, las gargantas del M'Goun o el lago Ifni. Pero ese disfrute de la experiencia plástica que nos sirvió este cineasta sobrado en altura para jugador de baloncesto, barbado y de faz contemplativa, lo tuve acompañado de una perplejidad por el modo narrativo, quizás por la visión occidental, cristiana pero laica que nos pesa y a veces nos ciega o encenaga. Yo vi en "Mimosas" un viaje anudado a la poesía y, como certifiqué luego en el coloquio con el director presente, de índole misteriosa, mística, religiosa... que nos ponía en sintonía con otra mirada, con esa mirada del otro en la que la fe contrasta con nuestra racionalidad cartesiana. Vi a unos actores inmensos a pesar de no ser actores, sentí que había ganado mucho en la butaca y supe que su próxima película, sobre el fuego, sería en su tierra ancestral de Os Ancares. Tenéis la cinta hasta el jueves, pero si queréis gozarla, debéis ir con otra mirada, con otro "tempo". ¿Un western? Si acaso, metafísico.

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