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Nueces de California

'Low-cost'

Los dobles grados universitarios

¿Quién no conoce el concepto low-cost? No sé si fue primero el huevo o la gallina, pero esta manera de ver y hacer las cosas no es íbera, dado que en este país económico feudal, a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga, y se explota a la gallina de los huevos de platino hasta que ésta aprende a volar y se marcha. En general, las compañías en nuestro país tratan mal a sus clientes y aplican rebajas o mejoras cuando no queda más remedio. En España, creo que la primera vez que oí hablar de este tema fue con la aparición de ciertas aerolíneas que rebajaron el billete del transporte aéreo minimizando los costes, y obligaron a las compañías bien asentadas de toda la vida a ponerse las pilas.

Quién no conoce Ryan Air, empresa de capital irlandés fundada por Tony Ryan en 1985 para hacer la ruta Waterford- Londres con un modesto avión de 15 plazas. Fue la desregulación del sector aéreo en 1997 en Europa y la llegada de su actual director Michael O'Leary, quien la convirtió en líder europeo en aerolíneas de bajo coste. Estoy seguro de que, si no fuesen necesarias, Ryan Air les quitaría las alas a los aviones. El concepto es atractivo: suprimir aquello que es secundario, dejando solo lo primordial, siempre que se cumplan los requisitos de seguridad, calidad y fiabilidad adecuados. La idea es tanto más interesante si tenemos en cuenta que hoy en día la mayor parte de los recursos se los llevan actividades de las cuales se puede prescindir, no son necesarias ni neurálgicas. Muchos cantamañanas se irían directo al paro y tendrían que abandonar la triste rutina de vivir del cuento. ¿Cómo saber si usted es uno de ellos? Es sencillo, piensen qué ocurriría si mañana prescindiesen de su trabajo. ¿Qué no ocurre nada? Usted es prescindible. ¿Qué la cosa mejora? Usted es el problema. ¿Qué todo se paraliza? Usted es imprescindible.

Este concepto siguió en otros sectores, como la alimentación, con cadenas que minimizaban la presentación de los productos, con un look tipo economato de postguerra, proponiendo a sus clientes lo que se dice en inglés "a good deal", es decir, una muy buena oferta con una relación calidad-precio muy interesante, si no óptima. Son conocidas las cadenas Dia, Leader Price o Lidl, la primera de capital español, la segunda francesa, y la última de origen alemán. Nada que ver con la filosofía de El Corte Inglés, donde sus vendedores parecen salidos de la pasarela Cibeles. Se diría que todos tienen el doctorado.

Las tiendas de descuento blando y de súper descuento son muy típicas en EE UU, con establecimientos como Food-4-Less, Shoes-4-Less, Ross, TJ-Max, etc. Las dos primeras no hace falta ni explicar: comida y zapatos por menos dinero. Las dos últimas son lo que se podrían llamar "resellers", que revenden colecciones de marcas de ropa de gran renombre a precios imbatibles. En el país cuna del capitalismo, con todos sus aspectos positivos y negativos, nada se pierde ni se desprecia, y el dólar es el dólar. Mientras que aquí los jovencitos hacen pagar a sus padres como idiotas marcas como Quicksilver, BillaBong, Hollister, etc, como si fuesen iconos representativos de su personalidad, los jóvenes americanos solo tienen que esperar una temporada para obtener lo mismo a precio de saldo. Es increíble como esas marcas han conseguido en nuestro país comer el "koko" a nuestros jóvenes. Incluso las empresas tecnológicas como Apple venden versiones antiguas de sus productos casi regalados, y aquí, ídem de lienzo, se aprovechan de nuestra tradición cristiano-eclesiástica para vendernos iconos y engañarnos como a ranas peludas. Aquí en vez de mercado hay un gran cortijo.

El concepto low-cost también ha llegado a las universidades, con la proposición en carreras con dificultades de matrícula de los dobles grados. Pasen y vean, el dos por uno, con unos créditos de más, y usted posee dos titulaciones, y se convierte a la vez en médico y veterinario. Esto de los dobles grados a mí no me convence, porque una titulación debe llevar asociada una cultura y una escuela, y en el caso del doble grado, ¿esta cuál es? ¿Una híbrida? ¿Se trata de egresados genéticamente modificados, más listos que el resto? No lo creo, porque los dobles grados se hacen a coste cero, sin contemplar lo que se desea diseñar. Simplemente se propone el menú del día de ambas titulaciones sin visión ni misión alguna. ¿Para qué necesita un egresado dos gorras? ¿Cuál es la preponderante? ¿El valor de un universitario solo radica en el número de diplomas que éste atesora? ¿Realmente somos lo que estudiamos? ¿Tener varias titulaciones sin práctica alguna no sería más bien signo de no querer sacar el culo del mundo académico y vivir en el mundo ficticio de los exámenes y de los polvos de tiza, cuando los hay? Creo que los dobles grados a quienes más arreglan es a las facultades que los proponen, porque si no muchas de ellas ad futurum terminarían cerrando.

Además, en un país donde se ha ninguneado a los buenos estudiantes en la educación secundaria, teniendo que compartir aulas con otros completamente desmotivados que retrasan al resto, la excelencia es un buen argumento de venta. Los buenos alumnos buscan cada día más titulaciones selectivas con números clausus, y algunos centros lo utilizan como argumento de marketing. La titulación que posee la mayor nota de entrada en el mercado español es el doble grado Matemáticas-Física de la Autónoma de Madrid, que vende un 13,45 como nota de corte en su página web. Todavía no ha terminado la primera promoción y por lo tanto no se sabe cuál será su salida laboral. Pero no se equivoquen, que el grado sea doble, triple o cuádruple, no asegura que la titulación tenga una gran calidad. Que la nota de entrada sea tan alta asegura un buen alumnado motivado, y también una gran insatisfacción si éste no encuentra lo que estaba buscando cuando decidió pasar el Rubicón de la dificultad. Solo si existe una correlación entre la calidad del profesorado, su interés, con salidas profesionales en el terreno científico e industrial, y el material de entrada es excelente, se puede llegar a crear centros como el MIT o L'Ecole Polytechnique. No creo que el MIT se preocupe de los dobles grados, ni tenga que demostrar nada, porque sus egresados ocupan las primeras posiciones en las empresas tecnológicas y en las grandes universidades.

Prefiero la chicha cuando es fuerte y la limoná cuando es fresca. Lo que no me gusta es cuando las cosas no son ni chicha ni limoná. Pensar que uno es estrictamente lo que estudia es craso error, como el que cometió Marco Licinio Craso en el año 55 antes de Cristo cuando, minusvalorando el poder de sus enemigos, decidió invadir Partia. Lo apresaron y le obligaron a beber el oro fundido que buscaba. Es sumamente injusto cuando todos tenemos que sufrir los errores que cometen unos pocos. Además, la universidad española ha elegido un pésimo camino degradando la calidad de la enseñanza, con grados de 3 o 4 años y másteres onerosos para las familias. Les recomiendo que sus hijos aprendan idiomas y hagan las maletas. Si supiesen cuánto cuesta un máster en Francia, Escocia o en Alemania, entenderían lo que escribo. Caro y barato son dos caras de la misma decadencia.

*Profesor de Matemática Aplicada

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