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Tribuna libre

El talento de Galicia no merece permanecer aislado

A mediados del año 2003, me incorporé al Parque Tecnolóxico de Galicia, procedente de la que hasta entonces había sido mi ciudad habitual: Madrid.

Aún mantengo fresco en la memoria el recuerdo de aquella última conversación con la empresa de selección encargada del cierre de mi contratación, en la que, claramente y siguiendo instrucciones precisas dadas por el ente contratador, se me aseguraba (sin exagerar puedo decir que casi se me prometía) la inmediata puesta en marcha de las infraestructuras necesarias para que el tren de alta velocidad (AVE) comunicara Madrid (mi ciudad de origen) con Ourense (la que sería mi nueva ciudad de destino).

Como si ya de por sí no fuera suficientemente atractivo mi nuevo destino, la empresa se empeñaba en convencerme argumentando que pronto podría ir y volver a la capital en apenas dos horas.

Hace ya de esto catorce años y, con el paso del tiempo, uno se ha ido acostumbrando a la idea de que esa "ave", que vuela tan rápido y a sus anchas por tantas vías de la poblada geografía española, no parece encontrar la ocasión para "anidar" por estas tierras ourensanas que tanto anhelan contemplar su fulgurante y elegante estela en el horizonte: nunca antes se había visto una "ave" tan anunciada, pero a la vez tan demorada y tardía en su vuelo.

Y en estas estamos cuando de nuevo se anuncia la inminente llegada de tan esperada "ave". Ojalá éste sí sea el anuncio definitivo y no un nuevo canto de sirena. Y ojalá así sea porque la paciencia de esta tierra, aunque así se haya intentado hacer creer, no es, ni puede ser, infinita. Ourense, y por ende Galicia, no reclama imposibles urgiendo al Gobierno de la nación la pronta puesta en marcha de las obras necesarias para que estos pájaros veloces empiecen a surcar la tierra ourensana como si del cielo se tratara. Ourense, tierra de paciencia y esperanza, no puede permitirse el lujo de vivir aislada de la realidad económica y social que el vuelo de estas "aves" veloces genera y que ya inunda y fluye por muchas otras ciudades y comarcas de la diversa geografía española.

En mi calidad de director gerente de Tecnópole, el Parque Tecnolóxico de Galicia, visito y mantengo frecuentes contactos con otros parques científicos y tecnológicos ubicados en diferentes ciudades españolas; poder ir en AVE a Málaga, a Córdoba o a Alicante (por nombrar algunas ciudades con parques tecnológicos) no debería ser un lujo inalcanzable para Ourense, y más pronto que tarde (y ya vamos tarde, y mucho) debería ser una realidad palpable.

Uno siente envidia (sana) cuando observa el nivel de desarrollo que otras tecnópolis consiguen simplemente por estar en las rutas migratorias de estas veloces "aves"; sin duda, la presencia de estos pájaros terrestres te ponen en el mapa económico (y su ausencia te borra de él) porque las empresas (y las personas) cada vez valoran más el tiempo (que no las distancias). Para muchas de las empresas españolas candidatas a ubicarse en nuestra Tecnópole, estar a dos horas de distancia es un intangible de inmenso valor.

Sin duda, las recientes novedades incorporadas por el Parque Tecnolóxico de Galicia para facilitar la inversión y la incorporación de empresas en suelo tecnológico, la evidente existencia de un talento innovador contrastado en nuestra juventud, la activa y competitiva presencia de las universidades gallegas (mención especial merece la Universidade de Vigo) y la fuerza del músculo innovador del tejido empresarial gallego dentro de un marco institucional bien armado a través de la Estrategia de Especialización Inteligente y la Agenda Industria 4.0, son activos y argumentos de peso que esta "ave" veloz (pero aún demorada en su llegada) debe impulsar con fuerza para atraer nuevas inversiones a la innovación y economía gallegas.

Todo el talento, el esfuerzo y las oportunidades que hay detrás de este entorno privilegiado no pueden quedarse en un mero sueño por la ausencia de comunicaciones adecuadas.

(*) Director gerente del Parque Tecnolóxico de Galicia SA.

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