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análisis

Suizos o suecos

Diferencias de riqueza entre países y los modelos a seguir para el desarrollo

Imaginemos a un gobernante sin experiencia y sin prejuicios ideológicos que quiere llevar a la práctica eso de "cambiar el modelo productivo" de España, tantas veces referido en los programas electorales y tantas veces incumplido. Ese político bisoño empieza por consultar rankings para ver cuáles son los países más ricos. Estas últimas semanas pudo encontrarse con uno de Credite Suisse según el cual, de nuevo, Suiza es el país del mundo donde las familias tienen una mayor riqueza media (562.000 dólares netos por adulto en propiedades y activos financieros, una vez descontadas las deudas), por delante de Estados Unidos, Australia, Noruega e Islandia. Luxemburgo, Francia y Suecia también ocupan posiciones destacadas y mejores que la de España, trigésima.

El estudio utiliza medias estadísticas, que no informa de cómo está repartida la riqueza. El ejemplar de político español que busca un nuevo modelo productivo no quiere caer en la "trampa del pollo" (si una persona se come dos pollos y otra ninguno, la media es un pollo por persona, aunque el primero se haya muerto de un atracón y el segundo de hambre), así que tiene la cautela de consultar otro ranking para saber cómo está distribuida esa riqueza. Elige el Índice de Desarrollo Humano, un indicador elaborado por las Naciones Unidas que tiene en cuenta, además de las cuestiones económicas, la esperanza de vida y las posibilidades de acceder a una buena educación. Observa que de las primeras posiciones de la lista desaparece EE UU, que el primer puesto pasa a estar ocupado por Noruega y que Suiza es tercera en desarrollo humano. Australia es cuarta y Suecia mantiene en un lugar ventajoso, al igual que otros países del norte de Europa (Dinamarca, Holanda y Finlandia) con Estados del bienestar muy desarrollados y bajas tasas de desempleo.

El político que busca un nuevo modelo productivo compara y desbroza las dos listas. Se maravilla con Noruega y Australia, con sus altos niveles de riqueza, igualdad y sistemas democráticos muy avanzados, aunque los aparta porque sus economías están principalmente fundamentadas en los recursos naturales (energéticos o mineros), algo imposible de replicar en España por razones evidentes. Después de mucho cabilar, se queda entre Suiza y Suecia. Piensa en la opción de convertir a España en un lugar donde apenas se paguen impuestos, en un paraíso fiscal que sea un imán para los ricos (en Suiza, con el 011% de la población mundial, reside el 2% de todos los millonarios del planeta). Y sopesa el modelo sueco, que además de generar riqueza tiene un potente mecanismo de redistribución fundamentado en el cobro de impuestos elevados, muy progresivos y que muy pocos evaden.

El político que busca un nuevo modelo productivo y que es amigo de los ejercicios de democracia directa someterá la solución del dilema a consulta pública en internet. Aunque intuye que los españoles quieren ser más suizos que suecos para tributar lo menos posible.

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