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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

El Gordo de izquierdas

El sorteo del Gordo ha sido inesperadamente generoso este año con los jugadores de izquierda. Cincuenta y seis millones del segundo premio beneficiaron a una agrupación local del Partido Comunista en Granada, mientras otros dos millones del primero caían -como una pedrada- en la sede del PSOE en Madrid. En este último caso, parece ser que el reparto no fue igualitario, lo que ha dado origen a ciertos resquemores internos.

Es inevitable intuir la mano del Gobierno detrás de este curioso golpe de la fortuna que ha convertido en capitalistas a algunas gentes que, por principio, detestan el capitalismo.

Mediante tan sutil maniobra, Mariano Rajoy -que es como el diablo y no descansa ni en Navidad- conseguiría reducir la base de los votantes de izquierda al convertir a algunos cientos o miles de ellos en gentes acaudaladas. Suponiendo que sea verdad, claro está, la teoría un tanto simplista según la cual los ricos votan irremediablemente a la derecha.

Dirán los más razonables, o tal vez ingenuos, que la lotería obedece a las impredecibles reglas del azar; pero esto no tiene porqué ser necesariamente cierto. El año pasado, por ejemplo, un sorteo televisado de la Primitiva en Serbia levantó muy serias sospechas de que los bombos pudieran estar manejados por el Gobierno.

Algo de esto se barruntó también en España durante los años del franquismo. Era habitual, por ejemplo, que el Gordo cayese en lugares afectados por inundaciones o cualquier otro desastre: circunstancia de la que los más recelosos dedujeron que el Régimen utilizaba los premios de la lotería como una especie de Fondo de Compensación Interterritorial.

Abonaba esta sospecha el dato de que los juegos de azar fuesen entonces -y todavía hoy, en gran medida- un monopolio del Estado. El sorteo de Navidad, un suponer, lo organiza el Ministerio de Hacienda, que resulta sistemáticamente agraciado con el veinte por ciento de los premios.

De ahí a sospechar que el Gobierno manda en los bombos, no hay más que un paso. Ya cuesta algo más creer que Rajoy haya desviado hacia comunistas y socialistas una parte de los premios con el objetivo de ponerlos en evidencia; pero cosas más raras se han visto desde lo de Trump en Estados Unidos. Nada mejor que una buena inyección de capital en la cuenta corriente para desacreditar a un anticapitalista.

Sorprende en cualquier caso que un partido de izquierdas -y comunista, mayormente- caiga en la tentación de jugar a la lotería. No solo es que esa clase de juegos estén severamente prohibidos en aquellos países donde gobiernan los colegas de Izquierda Unida. Más contradictorio aún que eso resulta el hecho de que los partidos socialdemócratas y comunistas aboguen por el trabajo como única vía de redención del hombre. Y también, naturalmente, por el reparto equitativo de la riqueza, que parece incompatible con los pelotazos de la lotería.

Será que la tradición tira mucho. Del mismo modo que muchos ateos celebran por uso y costumbre la Navidad, se comprende que los partidos menos creyentes en el capital y la riqueza fácil tienten también a la suerte del Gordo por estas fechas.

No hay porqué ponerse con tiquismiquis. En cuestión de cuartos, no hay izquierdas ni derechas. Solo premiados o gente con mala suerte y mucha salud.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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