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¿Es o no de Leonardo?

El martirio de San Sebastián alcanzaría los 15 millones

Leonardo da Vinci vio en el tiempo, en el paso del tiempo, el gran cercenador de todas las cosas. Lo dejó dicho en sus reflexiones sobre la vida. Y, sin embargo, el arte es una manera de prolongar el milagro de la existencia, sus gozos y desasosiegos. Tanto es así, que la obra del genio florentino es desde hace cinco siglos uno de esos satisfactorios emblemas de verdad y belleza que la humanidad ha hecho suyos. Fue extraordinario en tantas disciplinas y tan aparentemente disímiles (de la pintura a la botánica o la paleontología, de la ingeniería a la música o el urbanismo), que seguimos viéndolo como una de las cifras insoslayables del Renacimiento. Hasta la complejidad sentimental de su errática biografía nos parece hoy de una asombrosa modernidad.

De ahí el interés sostenido que suscita todo lo relacionado con Leonardo. Hasta se ha hecho de su sombra tutelar el eje de tramas novelescas que venden millones de ejemplares y se convierten en películas de enorme éxito popular. El pintor de "La Gioconda" y el dibujante de "El hombre de Vitruvio" es casi un género por sí mismo. Y, por eso también, la repercusión de cualquier novedad que afecte a una obra en permanente trámite de debate. Las discusiones sobre la autoría de determinados lienzos continúan ocupando páginas en la literatura especializada. Y los expertos siguen sin ponerse de acuerdo sobre si ciertas piezas, de muy altísima cotización en el mercado del arte, son o no del maestro.

En realidad, los estudios más rigurosos subrayan que solo podemos afirmar con seguridad que Leonardo es el autor de una quincena de cuadros. Hay un cierto acuerdo sobre otros diez más que son, todavía, centro de amplias controversias. Y es así pese a las muy estudiadas singularidades estilísticas de Leonardo: sus técnicas innovadoras, el peculiar dominio de los esfumados y de la composición, por no hablar de los análisis precisos de la anatomía humana y animal, de la botánica y la geología, que el artista transponía a sus creaciones pictóricas. Hay un conocimiento profundo y asentado sobre todas estas materias, pero cada cierto tiempo -y sucede así desde hace ciento cincuenta años o más- aparece una pieza de mayor o menor enjundia que vuelve a poner sobre el tapete del criterio de los especialistas la pregunta recurrente: ¿es o no de Leonardo? Una mediática floración de hallazgos leonardescos que se traduce en una inmediata y millonaria puja internacional, con las casas de subastas de arte muy felices, en la que llegan a participar personajes de tanto talonario como Bill Gates.

No es de extrañar, pues, el renovado revuelo que ha causado la información publicada el pasado domingo por "The New York Times", replicada por numerosas cabeceras de todo el mundo, en la que se cuenta el hallazgo por parte de un médico jubilado francés de un dibujo (un martirio de San Sebastián, con un fondo en el que se esboza un paisaje) que algunos expertos atribuyen sin sombra de duda a Leonardo.

Ha trascendido que el propietario de esa pieza heredó de su padre bibliófilo una carpeta con catorce dibujos, en su mayoría de origen italiano, de los siglos XVI y XVII. Sin clara conciencia del valor de esas piezas, consultó con la casa de subastas parisina Tajan. Expertos como Patrick de Bayser o la chilena Carmen C. Bambach, comisaria de la colección de dibujos españoles e italianos del Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, han ofrecido algunos contundentes argumentos a favor de la tesis de que Leonardo es el autor de ese dibujo. Tras estas primeras opiniones, han fijado para ese estudio un valor de mercado de 15 millones de euros. Una fortuna que ha permanecido encarpetada hasta ahora mismo. Conviene mirar con detenimiento los papeles que nos legan nuestros antepasados.

Algunos de los argumentos expuestos son serios. Es, en primer lugar, la obra de alguien zurdo como Leonardo. Éste dibujó varias veces al santo milanés, personaje que se fue convirtiendo en un icono artístico a partir de una primera imagen datada en el siglo V. Y hasta el punto de que hay quien ha visto en esta figura bella y martirizada, enriquecida por complejas connotaciones -incluso eróticas-, una especie de Apolo cristiano. Además, por lo que nos han relatado, en el reverso de esta pieza hasta ahora desconocida se han encontrado fragmentos de escritura especular (Leonardo escribía de derecha a izquierda) o breves apuntes sobre la luz y las sombras de una vela. Las soluciones formales, calificadas de "ágiles" y con una anatomía contorneada que recuerda a la empleada por Leonardo en la época de la "Adoración de los Magos" (1481-1482, fue la primera gran obra que se encargó al pintor renacentista), son argumentos que se suman a los anteriores para que nos inclinemos por añadir este dibujo al legado leonardesco. Veremos.

Las citadas informaciones apuntan a que Tajan quiere subastar la obra en junio de 2017. El Estado francés puede declarar esa pieza como tesoro nacional y optar a su adquisición a precios de mercado. No obstante, nada tendría de extraño que viéramos alzarse, en las próximas semanas, alguna voz discrepante, otros expertos que rechazan este diagnóstico inicial y proponen alguna nueva teoría sobre este estudio centrado en el martirio de San Sebastián. Lo cierto es que sería coherente con la tradición leonardesca: ¿es o no del maestro?

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