El hecho de que mes y medio después aún no haya fecha para la comisión de seguimiento del pacto de gobierno de Cambados puede significar varias cosas: que en el cuatripartito hay un problema grave de comunicación; que la izquierda tiene miedo de que a José Ramón Abal le de un arrebato y haga saltar por los aires el gobierno; o que Fátima Abal no dio a tiempo los dos o tres tirones de orejas que (quizás) hubiesen evitado el actual fango.

Seguramente tiene razón el concejal de Pode cuando dice que no es tan urgente reunir la comisión del pacto ni fijar una fecha. Pero no es menos cierto que con el anuncio de la comisión de la Ciudad Europea del Vino dejó en evidencia a la alcaldesa -a la cual ni siquiera llamó para decirle que había cambiado de opinión- y por extensión al conjunto del cuatripartito. De modo que es justo que el BNG quiera sentarse a hablar con calma para limar asperezas, engrasar las piezas oxidadas por falta de uso y, si hace falta, cantarse los unos a los otros las cuarenta.

Por eso parece casi increíble que mes y medio después de aquella polémica aún hoy no haya una fecha para esa reunión. ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué la tienen que marcar en una junta de gobierno, que solo se celebra una vez a la semana? ¿Es tan difícil sentarse cinco minutos un día cualquiera en el Ayuntamiento, al final del día o mientras toman un café, abrir las agendas de cada uno y ponerse de acuerdo?

La comisión de seguimiento del pacto puede no tener consecuencias prácticas para la vida diaria de los cambadeses, pero está dejando al descubierto de nuevo lo que muchos vecinos vaticinaron hace año y medio: que en realidad el gobierno de Cambados es un tripartito, y José Ramón Abal.

En clave política, la "telenovela" en que se convierte periódicamente el gobierno cambadés demuestra hasta que punto el concejal de Pode y sus 500 votos tienen la sartén por el mango. Quizás la izquierda hizo mal al fijar la fecha del 12 de enero para la comisión del pacto sin preguntarle antes.

Pero tampoco Abal está siendo respetuoso con sus compañeros de gobierno al llevar mes y medio dándole largas al Bloque y sugiriendo que, más o menos, la comisión del pacto le importa un bledo. Los concejales de un gobierno municipal no están obligados a ser amigos, pero sí a entenderse y a ayudarse en lo que puedan. O eso es lo que espera la gente.