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Juan José Millás.

Ponerse las pilas

Cuando leo el periódico, tomo notas en un cuaderno de aquello que me llama la atención. Hay días en los que no anoto nada porque nada me ha llamado la atención. Como el problema es mío, o eso acabo de decidir, salgo a dar una vuelta y me siento en la terraza cubierta de una cafetería, cerca de un hombre y una mujer de mediana edad que parecen enamorados. Observándolos con disimulo, descubro que los dos llevan tatuadas las muñecas (ella con un enchufe hembra y él con un enchufe macho), de tal modo que cuando se dan la mano producen la impresión de conectarse, no solo porque las clavijas encajan a la perfección, sino porque los dos parecen encenderse. Al poco, después de que la pareja se haya ido, completamente encendida, me pregunto si la existencia de este tipo de tatuajes es normal o acabo de ver una excepción. Entonces entro en el buscador de internet a través del móvil y escribo: "Tatuajes complementarios".

¡Existen! ¡Son normales! De hecho, veo la fotografía de dos brazos, uno masculino y otro femenino en los que aparecen las dos mitades de un aguacate a todo color. La mitad impresa en el brazo de la chica lleva el hueso de la fruta, mientras que la del chico muestra el vacío dejado por la semilla. Sigo bajando y veo dos manos, cada una con medio corazón, que al unirse completan el dibujo. En la cara interna de un muslo de mujer aparece una cerilla y en la un hombre unos palos dispuestos en forma de hoguera. En una espalda, un pez de colores y en la otra una pecera. También descubro poemas o frases que empiezan en un cuerpo y terminan en el otro. La variedad es enorme. A medida que observo el muestrario me voy poniendo de buen humor. No hay como romper la rutina para que suceda algo.

Vuelvo a casa y repaso de nuevo los periódicos en los que no había encontrado nada que anotar. Enseguida, tropiezo con una entrevista en la que el doctor Josep Tabernero afirma que "el cerebro funciona mejor si está contento". Ello me hace pensar en la diferencia entre cerebro y mente. Vuelvo a Google y leo con entusiasmo unos cuantos artículos sobre el tema. A la hora de comer me encuentro completamente renovado. Y todo gracias un par de tatuajes que me pusieron las pilas.

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