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carta abierta

Caballero sin palabra

Un caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus hechos.

Confucio

Tempus fugit. A punto están de cumplirse 10 meses desde la reunión en que los 14 alcaldes que componemos el área metropolitana y la Xunta de Galicia alcanzamos un histórico acuerdo para impulsar el ente metropolitano. Dimos un ejemplo de diálogo y de consenso en la búsqueda de lo mejor para nuestros vecinos; logramos un acuerdo, lo redactamos y lo firmamos.

El contenido del texto era sencillo: la Xunta se comprometía a impulsar una reforma del articulado de la ley del área, consensuada por todos los alcaldes y alcaldesas metropolitanos; mientras que el Concello de Vigo asumía su incorporación inmediata y efectiva al Plan de Transporte Metropolitano de Galicia, en las mismas condiciones que el resto y sin que costase un euro más ni a la Xunta ni al resto de ayuntamientos, además de no limitarse el número de usuarios.

Creíamos entonces que ese acuerdo acababa con años de diferencias y ponía los cimientos para una nueva etapa de colaboración leal, arrancando por la competencia a la que mayor importancia dábamos todos los que participamos en las negociaciones: el transporte metropolitano. Lamentablemente, desde aquella fecha se sucedieron incumplimientos, retrasos y excusas por una de las partes.

Desde luego que el área metropolitana no se agota en su transporte, ya que puede ser un instrumento de colaboración institucional que permita la mejora y abaratamiento de los servicios públicos mediante su prestación conjunta. Pero la colaboración necesita de lealtad recíproca, y ¿cómo confiar en aquel que no es capaz de cumplir aquello que afirmó públicamente, que luego ratificó en un papel, que más tarde firmó en un convenio y que finalmente figura en una ley? Sin transporte, el área se convierte en un ente vacío, inútil para los ciudadanos, una institución que no les ofrece ningún servicio.

Históricamente, Redondela y otros concellos del área han pagado un importante peaje para que Vigo no viese frenado su crecimiento, pero se nos decía que el desarrollo de Vigo nos beneficiaba a todos. Aeropuerto, universidad, hospitales, prestaban servicio en igualdad de condiciones a todos los ciudadanos del área, hasta que el alcalde de Vigo ha instaurado un nuevo apartheid con precios de transporte distintos para vigueses y no vigueses, a los que ahora ha llegado a negar la posibilidad de aparcar en un terreno municipal.

Los ciudadanos metropolitanos deben ser iguales en derechos y obligaciones, y es evidente que Abel Caballero pretende un área metropolitana que distingue ciudadanos de primera y de segunda. Y debería ser igualmente evidente que ningún Alcalde puede admitir que sus vecinos sean tratados como ciudadanos de segunda categoría. Desde luego, como Alcalde de Redondela, no lo toleraré.

Diez meses después de aquel acuerdo, ni un solo usuario del transporte metropolitano ha podido acceder al transporte urbano de Vigo. Ni uno. Ahora recibimos invitaciones al diálogo y se nos llama a acudir a reuniones recordándonos nuestras obligaciones. Quien nos convoca, Abel Caballero, es el único responsable de romper los acuerdos que alcanzamos tras meses de diálogo, y el único que ha incumplido las obligaciones recogidas en ese acuerdo.

Siempre he creído que una persona vale lo que vale su palabra. Abel Caballero la comprometió conmigo y con sus otros 12 homólogos metropolitanos. Los hechos han demostrado que algunos caballeros no tienen palabra.

*Alcalde de Redondela

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