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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

El color de cada año

El verde será el color del año que viene para las prendas de vestir. Lo ha ordenado el comité de expertos de Pantone, una firma norteamericana con domicilio en Nueva Jersey, y el mandato será dado por bueno por la mayoría de los fabricantes en el resto del mundo. Al parecer, el verde es un color que propicia "tranquilidad" y "esperanza", dos sentimientos muy necesarios para transitar por un nuevo año que promete emociones fuertes con la presidencia de Trump, la situación quebradiza de la economía mundial y el auge del populismo. El año que ahora termina, el color elegido fue el rosa cuarzo que evocaba, al decir de los técnicos de Pantone, un "atardecer sereno". Desconozco (no hay estudios al respecto) si la abundancia de acontecimientos horribles que en este año se dieron respondió a las previsiones que allá por diciembre de 2015 hicieron los encargados de escoger el color de moda. En cualquier caso, no parece que las guerras, las matanzas, los atentados, los golpes de estado, las oleadas de refugiados, y el largo etcétera de violencias que hemos padecido, sea un espectáculo que contribuya a insuflar serenidad de ánimo a quien se ha comprado una camisa de un color determinado. Y no creo tampoco que haber escogido el marsala para 2015, el orquídea para 2014, el esmeralda para 2013, y el mandarina para 2012, tuviese los efectos benéficos que se buscaban excepción hecha de un posible aumento en el número de ventas.

El año 2000, que se iba a acabar el mundo o poco menos (aquí, en España, entre otras excentricidades, el enérgico ministro señor Álvarez Cascos se encerró con un selecto grupo de funcionarios por si se producía un colapso informático en el tránsito de un siglo a otro) el color elegido fue el azul claro, justamente el que figura en el emblema del PP. Al que esto firma, siempre le intrigó saber quién era el grupo de personas capaces de imponer su criterio, o sus particulares gustos estéticos, en un sector tan amplio y disperso como el del comercio textil. Y como la tarea me parecía imposible de abordar, le pregunté a una hija mía muy involucrada en el mundo de la moda. Me explicó que hasta la década del 60 del pasado siglo cada taller de alta costura elegía el color que le venía en gana, aunque se daba preferencia al gusto de las principales firmas francesas que eran las que marcaban tendencia. No obstante, la globalización económica fue imponiendo (como en todo), otras pautas de conducta y ahora además de Pantone hay otras dos firmas que se encargan de la cuestión, aunque procuran ponerse de acuerdo. Por supuesto, en la elección del color dominante influye la situación política y económica, el estado de ánimo de la gente, y como decía el machadiano maestro Mairena "lo que pasa en la calle". Ahora bien, siempre respetando la conocida premisa comercial de que "el color es el primer elemento que valoramos al comprar".

El color y las estratificaciones sociales suelen ir unidos. En la profética novela de Huxley Un mundo feliz los ciudadanos alfa vestían de gris; los beta, de blanco; los gamma, de verde; los delta, de marrón y los épsilon de negro.

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