Como somos constitucionales porque tenemos memoria de lo que España fue (igual que sabemos el lío que quieren montar cambiándola) fuimos a celebrar el Día de la Constitución a Redondela y a ese Café da Vila que tiene unos callos de magistral fórmula secreta familiar y sólo sirven Pili y Antonio los días de feria. Allí fuimos el día 6 con Paco Tizón, Luis Piñero y Emily Boullosa, sorprendidos al llegar por la inmensidad de la feria, y Pepe Pazos nos esperaba en la villa del acueducto. Tizón, que a sus 84 tacos es amigo de sentencias, nos dio su bendición con frase cervantina: "Comed poco y cenad menos poco, que la salud del cuerpo se fragua en la oficina del estómago". Y mientras degustábamos tan preciado aperitivo recordó que en Redondela dejaron honda huella los callos de Julian "O peitudo",en la carretera a Reboreda, igual que en Vigo los de la taberna de Julián, que no sé si es la familiar del presi de la R.A.G. Xesús Alonso Montero, en la vieja estación, o los de Casa Laíño, en As Travesas, frente a las Cocheras. Una vez encallecidos de placer, volvimos a honestas horas de comer a nuestras casas.
¿Qué pasa contigo, tío Chan?
Quedé con Marta Mondina el otro día en la vinoteca Tío Chan, ahí en la viguesa calle República Argentina, 6, y ya os hago saber a los curiosos que cambió el paisaje de arriba a abajo, desde el espacio, pasando por las personas, hasta el menú. Claro, peguntadle a Óscar Sanz, su gerente, o si entráis en su sancta sanctorum" impoluto a los finos cocineros Adrián Santalices o Simón Martínez, o a la misma Patricia Izard, que te atiende en la mesa. De entrada tienes una zona para tapear o comer en mesa alta pero si quieres meterte en honduras, adéntrate y verás el cumplido comedor de cálidas luces. Marta y yo solo probamos dos de sus tapas con conservas, unos mejillones Orbe con tempura de harina de maíz y una ventresca, pero en su carta destaca el pescado que sé por confidencias que les trae Engracia Fernández, de alta confianza. Y apunté en mi agenda de deberes el tataki, el tartar de salmón y una carne del valle del Esla que mucho prometen.
Y de poesía con "Koki"
Ayer quedé para comer con el poeta guardés con vecindad en Nueva York hasta ahora, Francisco Álvarez "Koki". Digo hasta ahora porque, si antes hacía a su tierra natal escapadas, desde hace un año las escapadas son a ese New York en el que los últimos 40 siempre añadió a su trabajo la alta intensidad de un tiempo libre dedicado a la cultura, fundamentalmente de expresión gallega. Dimos un paseo por el barrio viejo vigués, que hace tiempo que no visitaba, comimos en La Comidilla, charlamos de lo divino y lo humano y ahora en casa ojeo dos de sus últimos libros: el cuento infantil "Un neno na emigración", en gallego, castellano e inglés (Ed. Cumio) y el poemario "Sombra de luna", poemas de sus últimos 30 años. Anda en tratos para el siguiente.