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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La reacción

Así pues, tras la segunda patada en el AVE gallego -la primera, que fue plural, la propinó la maléfica ministra de Zapatero, Magdalena Álvarez- habrá que ver cuál será la reacción de las fuerzas políticas y sociales de Galicia. Si la hay en serio, claro, porque aquí son muy dadas al griterío en primera instancia, la sordina en segunda y la resignación cuando se va pasando el disgusto inicial, y quizá por eso pasa lo que pasa. O lo que no pasa.

(A lo largo de estos años ha habido múltiples intentos de explicación para ese extraño fenómeno de convergencia de los males casi siempre en el mismo lugar. Incluso quien habló -medio en broma, medio en serio- de maleficios o problemas genéticos, pero en cualquier caso es difícil de entender mucho de lo que sucede para que las grandes obras urgentes lleguen a este lado de Pedrafita siempre tarde o algunas ni siquiera lleguen.

No es exageración ni victimismo. Las autovías se retrasaron, sobre todo la del norte, porque un ministro de Aznar, Arias Salgado, decidió dar prioridad a la de Valencia y su paso por el embalse de Contreras. La alta velocidad ferroviaria del Eje Atlántico tardó casi el doble de lo previsto y el AVE a Madrid será terminado -ojalá...- ad calendas graecas. Y eso por citar sólo tres casos medibles y con gobiernos diferentes tanto aquí como en Madrid.)

Hay, pues, elementos más que justificados para argumentar que la tópica desconfianza gallega se fundamente en mucho más que un rasgo de carácter. Y eso que no se citan más casos de excusas o disculpas que parecen más producto de la vergüenza de elaborarlas que de su intención real. Como último ejemplo, la afirmación de que el previsible retraso sine die no se debe a algún pacto de ahorro con Ciudadanos -que lo pidió- sino al tiempo perdido por el gobierno en funciones. Y es raro, porque antes de ese plazo, el gobierno declaró que todos los tramos estaban ya licitados. Y para desconfiar fue también el cese, poco antes del fin de la legislatura, de un alto cargo de Fomento parece que por incumplimiento de compromisos. Se habló poco de aquello, pero ahora quizá haya más luz.

Dicho todo ello, es previsible una oleada de matizaciones y réplicas oficiales, lógicas por la dimensión -que también se querrá reducir- de un asunto como éste. Y un alud de protestas de la oposición, que van de suyo porque eso dice el papel. Lo que falta por saber es si, además, Galicia hará valer su condición de única comunidad de España con mayoría absoluta, y además del PP. Lo que no debe significar privilegios, pero desde luego sí más peso político y mayor cuidado en el trato.

¿O no...?

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