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Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

La Constitución en un tuit

La Carta Magna es una pesada carga para inspirar a los jóvenes políticos

Demasiado espesa para tiempos de pensamiento débil, la Constitución va a pasar inadvertida en su 38 aniversario, al igual que en los treinta y siete anteriores. Parece lógico. Celebrar un tocho de once títulos, 169 artículos, cuatro disposiciones adicionales y nueve transitorias es un castigo al que solo se someten por obligación los padres de la Patria: y no todos. Parte de ellos han preferido, como es natural, disfrutar del puente entre sagrado y profano que enlaza el día de la ley fundamental con el de la Inmaculada.

Al calor de esa afortunada conjunción de festivos, media España se encuentra a estas horas en ruta hacia su lugar de ocio, mientras la otra media la espera para hacer negocio. Lejos quedan ya, por ventura, los tiempos fratricidas en los que Machado pronosticaba sombríamente a los nacionales que una de las dos Españas habría de helarles el corazón.

Lo bueno de la Constitución es precisamente ese aire festivo que la rodea, en el más exacto sentido del término. Más que un texto fundador del actual Estado, la Carta es un pretexto para el puente sobre aguas laborales de diciembre que, bien exprimido, puede dar de sí toda una semana de libranza.

Aun a pesar de esa buena prensa que disfruta por su vinculación al ocio, la Constitución es una carga en exceso pesada para inspirar a los jóvenes recién incorporados a la política. Algo habrá que hacer para que quepa en el breve espacio de un tuit, ahora que la lucha de clases ha sido ventajosamente sustituida por la guerra de frases.

Del pensamiento propiamente dicho se pasó en los años noventa al pensamiento débil de los posmodernos; y finalmente al tuit, de contenido telegráfico. En la pajarera de las redes sociales ya no se razona: se gorjea.

De ahí que los trinos de Twitter, limitados a 140 toques de tecla, promuevan el viejo formato del epigrama, que en su definición académica es una "frase breve e ingeniosa, frecuentemente satírica". De todo eso, los tuits solo guardan la condición de breves, por desgracia.

Marco Valerio Marcial, maestro del género, escribía hace ya cosa de dos mil años frases tan apropiadas a la nueva política como ésta: "Nerón quiso que Roma fuera honrada; así pudo robar él solo". O esta otra, igualmente de actualidad: "Eres muy pobre y serás más pobre. Ahora solo los ricos se enriquecen". Parecen escritas hoy.

No resulta fácil imitar a los clásicos y quizá sea esa la razón de que los modernos epigramas de Twitter recuerden a la prosa policial por su abundancia en gerundios. "Preparándome una tortilla en casa", "Viajando con mi novio" o "Esperando a que empiece el concierto", escriben las gentes del común. "Precisando sobre el debate complejo de la feminización de la política", informan, con idéntica técnica, los líderes llamados a gobernar el país algún día.

Para dar salida a ese pensamiento de Barrio Sésamo basado en la división entre los de arriba y los de abajo, los poderosos y los oprimidos, los malos y los buenos, se hace urgente minimizar la Constitución al tamaño de un tuit. "Bajando a los de arriba y subiendo a los de abajo" podría ser el resumen tuitero que cumpliese con tan alta expectativa. Entre eso y el acueducto de diciembre, la Constitución va a ser un texto de lo más popular. No como ahora, que solo sirve para chafarles el puente a los diputados.

stylename="070_TXT_inf_01">anxelvence@gmail.com

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